Durante muchos momentos de la novela me sentí entre “Cuatro bodas y un funeral”, “Los diez negritos” y “Se ha escrito un crimen”. Lejos de la novela negra nórdica, tan en boga últimamente, la historia de la señora P.D. James es una vuelta necesaria los clásicos, a las novelas de pistas, asesinos, señores con mayordomo, té a las cinco y flema británica por doquier.
La historia se desarrolla con el ritmo pausado que uno espera cuando se acerca a lo británico, como en la ya mencionada “Cuatro bodas y un funeral”, o películas corales del estilo, en las que las sorpresas se añaden a la trama con total naturalidad, sin aspavientos. Si García Márquez inventó, o desarrolló, el realismo mágico, la señora James nos da una lección de realismo británico en la prime
ra novela que leo de la autora.
En pleno litoral inglés, en una zona peculiar e inhóspita, y en la que sólo falta el típico mayordomo, nos encontramos con un grupo de escritores de medio pelo formado por damas y caballeros ingleses, secretarios, relaciones de familia no deseadas, secretos que trascienden las generaciones, envidias, celos, odios, amores, y anhelos frustrados que desencadenan en el asesinato y mutilación de Maurice Seton, uno de ellos. Un crimen que coincide justamente con la visita del investigador de Scotland Yard, Adam Dalgliesh, a la zona y quien a su pesar se ve envuelto en la resolución del asesinato a pesar de haberse retirado a casa de su tía Jane de vacaciones. Al estilo de Jessica Fletcher, que allí donde aparecía venía acompañada de un cadáver, Adam Dalgliesh me ha parecido una buena versión masculina de la famosa escritora.
Muertes poco naturales es una novela de corte clásico, escrita en 1967, y que rezuma ese estilo narrativo tan peculiar de los escritores del Detection Club, como Agatha Cristie, L. Sayers o el gran Arthur Conan Doyle. Reconozco que me ha quedado una sensación de hambre que deberé saciar con más entregas de la autora.
Sin duda los amantes de la buena novela negra disfrutarán con esta entrega del detectivo Dalgliesh.
Resumen del libro (Editorial)
Todo lo que Dalgliesh necesitaba era unas tranquilas vacaciones junto al mar, largos paseos, una taza de té al calor de la chimenea y, lo mejor de todo, nada de cadáveres ni pesquisas criminales. El hallazgo del cuerpo mutilado del escritor Maurice Seton echará por la borda todos los sue- ños del emblemático detective poeta creado por P. D. James y lo llevará, de incógnita en incógnita, a intentar dilucidar un nuevo caso.