Coincidiendo con el Día Internacional de la Hembra de la especie, hemos conocido hoy a la chica nueva. Sustituirá a un administrativo a quien le venció el contrato, así como el vacío de varios corazones solitarios.
Los tres solteros de la empresa, junto con el resto, se han (hemos) distinguido en esta jornada por la habilidad para babear y girar los ojos, torcer el cuello más allá de lo recomendable y mantener una mueca pasmada, rompiendo las simetrías faciales esas, ay.
“Ojalá sea esa, tío”. Y sí, lo era. De madre nórdica al parecer y padre español y un nombre sonoro que no revelaré. Con una enorme expectación levantada, hacía irrupción esta mañana la nueva gallina del corral, luciendo unos brutales y sensuales veintiseis (lo ponía en el CV).
Y como en toda microsociedad laboral cerrada, el juego de miradas era revelador. Las otras compañeras componían gestos de contrariedad medio disimulada. En la convivencia diaria se habían forjado jerarquías de seducción, imaginarias pero inevitables. Existían Atractiva nº1, Atractiva nº 2 y así, un escalafón que ahora saltaba por los aires, con ese porte rompedor de la nueva res.
Los comentarios masculinos no precisan mucha adivinación. Donde haya anatomía que se quiten deportes y economías. Describir lo que le harías, de manera gráfica y más enfáticamente que los otros, otorgaba puntos y la competencia fué reñida.
Ellas, por contra, comentaban lo exiguo de su CV y el criterio, notablemente carnal, para su contratación. Alguna, incluso, encontraba semejanzas sórdidas: “Me recuerda a una rumana que nos robaba las bragas del tendedero” . La que dijo esto parece ser la punta de lanza de las Viejas Jerarquías.
Previsíblemente, en días venideros habrá todo tipo de movimientos alrededor de la nueva. Uno de los solteros ya ha intentado hacer de cicerone para explicarle la máquina de café, la mejor ruta de llegada al trabajo, etc. Ignoro si pasó de ahí.
Pero ¿y yo? Pues impactado hasta las cejas por un bellezón absolutamente inesperado y adivinando ya las fantasías que me traerá. Estas mujeres son la maldición de un casado, sobre todo cuando las ves de contínuo y sabes que no catarás jamón.
Pero mi boca pecadora no le soltará ni una sola frase fuera de lugar, ni una sola mirada equívoca (que ella perciba, claro) ni conversaciones-trampa para acabar liándola. Celibato absoluto respecto a ella, entre otras cosas porque le saco unos añitos y no me veo comparándome con los de su edad, jeje.
Pero, sobre todo, porque hoy en el Dia de la Mujer, estoy más enamorado que nunca de la mía (taaaaatatatatacháaan). Y se pierde práctica ligando, juasjuasjuas
Saludos. Formalitos y tal.