Revista Cultura y Ocio
Cuando se habla de mujer y ciencia, la reacción inmediata es la de indicar la ausencia de mujeres en el desarrollo de esa actividad a lo largo de la historia.
No obstante, resulta curioso que ese «hecho» se esgrima por quienes tienen una concepción caduca de la historia de la ciencia y sin que, quienes afirman tal cosa, hayan efectuado un examen serio de la historia de la ciencia.
Si lo hubieran hecho, no sólo hablarían, «irónicamente» además, de Madame de Châtelet, omitiendo, entre otras cosas, que su traducción de los Principia Mathematica permitió que el continente accediera al newtonianismo.
Una mirada superficial les habría permitido descubrir a Aglaonike y a Hipatia, en la antigüedad; a Hildegarda de Bingen, en la Edad Media.
A las italianas Maria Ardinghelli, Tarquinia Molza, Cristina Rocatti, Elena Cornaro Piscopia, Maria Gaetana Agnesi, y Laura Bassi.
A las anglosajonas Aphra Behn, Augusta Ada Byron Lovelace, Mary Orr Evershed, Williamina Paton Stevens Fleming, Margaret Lindsay Murray Huggins, Christine Ladd‑Franklin, Henrietta Swan Leavitt, Annie Russell Maunder, Charlotte Angas Scott, Mary Somerville, Anna Johnson Pell Wheeler, Caroline Herschel y Maria Mitchell.
A las germanas Maria Cunitz, Elisabetha Koopman Hevelius, María y Christine Kirch.
A las francesas Jeanne Dumée, Sophie Germain, Nicole Lepaute.
O a otras científicas más recientes como Maria Goeppter Mayer, Sonya Vasilyevna Kovalevsky, Lise Meitner y Emmy Noether, por citar sólo unas cuantas de reconocido prestigio.
Pero ese listado corresponde también a una mala concepción de la historia de la ciencia.
Porque ésta no está constituida sólo por grandes nombres –por lo general, de varones–, como las historias de la ciencia al uso solían presentar y a los que con facilidad se le podrían añadir el de mujeres, como se hace en cierta línea de investigación histórica.
Los científicos viven en un tiempo y un país, pertenecen a una sociedad y tienen creencias de diversos tipos (científicas y no científicas). Se educan de un cierto modo, trabajan solos o en equipo, formulan hipótesis, utilizan instrumentos, se reúnen (formal e informalmente). Es decir, la ciencia no es sólo un corpus de conocimiento certificado, efectuado puntualmente por ciertos individuos, sino mucho más.
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• De este artículo, el CSIC realizó una edición didáctica en el que se recogía el perfil de las más relevantes Mujeres en la Historia de la Ciencia (descarga el pdf)
• Tienen el artículo completo en Entretodas.
• Ficha de Eulalia Pérez Sedeño en el CSIC.
• En la web del Insituto de Filosofía pueden encontrar su labor investigadora y divulgativa de Eulalia Pérez Sedeño.
• Astrónomas que hicieron historia (podcast), por Eulalia Pérez Sedeño y emitidos en el programa ‘A Hombros de Gigantes’ en Radio5.
El artículo original lo podréis encontrar reproducido íntegro en numeroso lugares, Lo que no encontraréis son los enlaces que enriquecen el texto y abren puertas. Ese es, acaso, nuestro mérito.
Nos ha parecido un buen homenaje en el Día Internacional de la Mujer.