Esta trama tan sencilla se engrandece por la prosa de Barbara Pym, una verdadera artesana de las palabras: la fina ironía , las observaciones ácidas y la capacidad de Mildred para reírse de sí misma hacen de una novela simpática y fabulosa, un ejemplo de narrativa de gran alcance pero no por ello de menor hondura literaria. No se trata de una comicidad banal, sino que el humor se emplea a la manera de Jane Austen, como una herramienta para hacer un retrato social y desvelar con ingenio las inseguridades de los personajes ante circunstancias que los descolocan. El manejo del diálogo es brillante, así como Mujeres excelentes la primera persona de Mildred, tremendamente fluida y vivaz. Hay muchos, muchos motivos por los que leer esta novela, pero tal vez el mejor de todos es también el más simple y directo: os lo pasaréis muy, muy bien.