Como “la repartija” fue bautizada por la ciudadanía la forma oprobiosa como en el Congreso de la República se definió quienes integrarían el Tribunal Constitucional, el Banco Central de Reserva y la Defensoría del Pueblo. En la última sesión del período anual de sesiones, una mayoría integrada por una confluencia de partidos, entre los que destacaba el nacionalismo y el fujimorismo, el último de los cuales era un tenaz opositor al gobierno, eligieron para el TC por 95 votos a favor, dos abstenciones y ni uno en contra a Ernesto Blume, Francisco Eguiguren, Cayo Galindo, Víctor Mayorga, José Luis Sardón y Rolando Sousa, estos dos últimos vinculados al Fujimorismo. Asimismo, con 91 votos a favor, uno en contra y 5 abstenciones, fue elegida Luz María Del Pilar Freitas, propuesta por Perú Posible para la Defensoría del Pueblo, y por último, con 93 votos a favor, ninguno en contra y sólo una abstención, fueron designados como directores del Banco Central de Reserva Francisco González, Drago Kisic y Gustavo Yamada.
Aunque las candidaturas, especialmente al TC y a la Defensoría, habían tenido serios cuestionamientos de diferentes sectores, fueron elegidos, lo que ocasionó la indignación de la ciudadanía, que se movilizó inmediatamente a las calles y logró que retrocedieran en tan descabellada decisión, que no abonaba ni a la democracia ni a garantizar los derechos, poniendo incluso en tela de juicio una institución como la Defensoría del Pueblo que es de las pocas que goza de la confianza ciudadana y que a lo largo de los años ha jugado un rol fundamental en la defensa de los derechos de la ciudadanía.
Muchos politólogos y expertos analistas que hay en el país profundizarán sin duda sobre los detalles y el impacto que este impasse va a tener para los políticos, para los partidos, para la política, para la confianza en las instituciones del Estado y para lo que resta del gobierno del presidente Humala, que, cabe mencionar, pidió que se revisara la decisión, señalando que se sentía “insatisfecho” de lo que los representantes de su partido habían impulsado, dando a entender que él no tuvo nada que ver en la repartija.
Me parece importante referirme a un grupo de actoras que seguramente no recibirán atención a sus actos o que serán pronto olvidadas, pues el hecho de ser mujeres las convierte per se en actrices secundarias en esta obra teatral entre comedia y tragedia en que se ha transformado la política en el país. Si se observa con atención, se nota que al momento de la votación algunas de las congresistas mujeres jugaron un rol trascendental en garantizar que el acuerdo de las bancadas que hacían mayoría se cumpliera. Cuando Ana Jara, ministra de la Mujer y parlamentaria a la vez se abstuvo en una de las votaciones, fueron otras congresistas las primeras en increparla por romper el acuerdo. Se puede ver en las imágenes transmitidas por los medios, que Ana Solórzano y Cenaida Uribe la reprenden, para que luego una de ellas se traslade en la búsqueda de otras congresistas de diferentes bancadas, incluida una representante del Fujimorismo, para pedirle quién sabe qué explicaciones. Finalmente los reclamos hacen retroceder a la ministra-congresista, quien pide la palabra para decir: “Soy mujer de partido, mi partido tiene un acuerdo con respecto a la votación que se está realizando ahora en el pleno. He ejercido mi derecho a abstenerme en una votación respecto a uno de los integrantes de los organismos públicos autónomos, sin embargo reconsidero mi voto respetando el voto de la bancada como acuerdo político y ya será la historia que nos juzgue a cada uno, presidente”(1). Ello no evitó que el congresista Beingolea le grite exasperado que “no puede venir la ministra de la Mujer a lavarse las manos” como recordándole a la ministra y a todas nosotras que los pactos realizados por los hombres detentadores del poder en los partidos son casi sagrados y que las mujeres debemos ser fieles custodias del orden establecido, del pacto patriarcal, de los intereses del colectivo en que participamos y en el cual, como suele sucedernos a las mujeres, debemos demostrar que merecemos estar ahí. No caben las disonancias ni el pensamiento propio, como lo ratifican las declaraciones posteriores de la ministra. “La bancada tomó un acuerdo pero pesaba más mi conciencia al momento de emitir mi voto,”(2) dijo, aunque si nos guiamos por su retroceso inmediato al pedir la reconsideración, la conciencia tiene una menor jerarquía que el partido. Por otra parte, cabe preguntarse cómo es que la conciencia de la ministra sólo pesó en el caso de la única mujer que estaba entre las candidaturas. ¿Cómo es que no hubo ni de ella ni de las otras mujeres congresistas un mínimo sentido de solidaridad con las miles de mujeres cuyos derechos fueron violentados en las esterilizaciones forzadas cometidas durante el régimen de Fujimori, por lo cual está siendo investigado el actual congresista Alejandro Aguinaga, a quien el señor Sousa, uno de los elegidos para el tribunal constitucional, defiende y quien además, como se ha denunciado, defendió a capa y espada el Decreto Legislativo Nº 1097, a través del cual se pretendió consagrar la impunidad de personas que habían violado derechos humanos?
Resulta inexplicable que la conciencia de las congresistas no se haya despertado frente a la candidatura del señor José Luis Sardón que no ha sido tan cuestionado como el señor Sousa, pero quien, sin embargo, cree que es mejor que el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación no se conozca, pues tendría según su verdad, “un marco teórico que es el mismo de los subversivos que iniciaron el terrorismo, marco teórico marxista”, como si eso fuera negativo y como si al pastor Humberto Lay o al Teniente General Arias Grazziani o a Beatriz Alva, integrantes también de la CVR, pudieran adjudicarles también la condición de marxistas. “¿Cómo se le ocurre al Estado peruano financiar el informe y encargarlo a unas personas que van a tener el mismo enfoque?”, se pregunta, negándole toda validez a un trabajo que le ha permitido al país, pese a cualquier cuestionamiento, acercarse al horror del conflicto armado interno y conocer el dolor de las víctimas, de todas las víctimas. ¿Cómo no les surgió a las mujeres una chispa de conciencia frente a alguien que dice que “lo mejor que ha podido ocurrir es que el informe sea cubierto por un manto de silencio,” (3) el silencio que mantiene en la impunidad tantos crímenes, tantos desaparecidos y tanta violencia y violaciones hacia las mujeres que esperan justicia y reparación?
Cabe señalar que varias mujeres legisladoras mostraron después su arrepentimiento por la forma como se hizo la repartición de cargos, como la congresista Pérez Tello, quien señaló que: “En lo personal, estoy muy arrepentida de mi voto, me genera un costo en una carrera de derechos humanos muy alto. Tomé una decisión institucional, que pensé era la mejor, pero me equivoqué.” (4) Pero así como la luna tiene dos caras, en el Congreso también podemos encontrar otras parlamentarias como Cecilia Tait, Rosa Mavila y Verónika Mendoza que, aunque en minoría, han roto el pacto patriarcal partidario y levantado su voz, denunciando la llamada repartija y lo que política y éticamente significaba. “Yo me pregunto señor, si el pueblo nacionalista estará de acuerdo señor, con que quienes avalaron y defendieron a los que actuaron en el grupo Colina, señor, sean quienes hagan control constitucional,” dice con firmeza la congresista Rosa Mavila en su intervención, recordándonos que los requisitos para cualquier miembro que integre el Tribunal Constitucional son su trayectoria democrática y defensa del estado de derecho y que respondan de manera idónea a la demanda de justicia (5). Miles de hombres y mujeres, especialmente jóvenes, se movilizaron en Lima estos días, mostrando su indignación por estos pactos políticos, exigiendo ética en la política y, como dice Paul Maquet, para “evitar esta repartija que no era sino un asalto a las principales instituciones garantes de la legalidad y los derechos humanos en nuestro país”(6). Esperemos que cada vez haya más ciudadanas y ciudadanos que se movilicen y exijan a quienes eligieron para representarlos que defiendan, no sus intereses personales, sino los derechos e intereses de la ciudadanía. Esperemos que cada vez sean más las mujeres que son elegidas que rompan los pactos patriarcales que persisten en el espacio de lo político y aporten a que realmente todos y todas tengamos garantizados nuestros.
Por Rosa Montalvo Reinoso
Notas:
(1) “Voto de Ana Jara causó polémica en la elección de Pilar Freitas como Defensora del Pueblo”, América Noticias, 17 de julio del 2013.http://www.americatv.com.pe/portal/noticias/actualidad/voto-de-ana-jara-... (2) “Ana Jara sobre repartija: ‘Más pesaba mi conciencia al momento de votar’”, El Comercio, 21 de julio del 2013. http://elcomercio.pe/actualidad/1607086/noticia-ana-jara-sobre-repartija... (3) “La pregunta del millón: ¿Es posible una memoria común?”, Lamula.pe, 3 de septiembre del 2010. https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=QzVtXXTZ6pU (4) “Congresistas hacen ‘mea culpa’ por elección del TC y defensoría”, Diario 16, 20 de julio del 2013. http://diario16.com.pe/noticia/33264-congresistas-hacen-mea-culpa-elecci... (5) “Rosa Mavila: Intervención Congreso Elección miembros del TC y BCR”, 17 de julio del 2013. https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=cSGcavXP11U#at=159 (6) Paúl Maquet, “Autopsia de una repartija: Indignación para dummies políticos”, Lamula.pe, 23 de julio del 2013. http://lapalabraingenua.lamula.pe/2013/07/23/autopsia-de-una-repartija/r...