Revista Cine
Earl Stone es un veterano florista que lleva más de doce años sin hablar con su familia. Cuando su negocio quiebra y le embargan la casa, lo pierde todo. Es entonces cuando le ofrecen ganarse un dinero extra si hace de correo para el cártel de Sinaloa y transporta ingentes cantidades de droga por las carreteras del Medio Oeste norteamericano. ¿Conseguirá recuperar lo que perdió? ¿Y hasta cuándo podrá seguir haciendo de mula para el violento cártel?
Cuando parecía imposible, Clint Eastwood, uno de los grandes directores de cine, el último clásico, vuelve a ponerse detrás y delante de la cámara, justo diez años después de Gran Torino, su última obra maestra absoluta. No lo veíamos actuar desde la cumplidora Golpe de Efecto (Trouble with the Curve, 2012), el favor que le hizo a su amigo y productor, Robert Lorenz. Para rodar Mula, Eastwood se ha reunido con el guionista de la citada Gran Torino, Nick Schenk, quien se basa en el caso real del octogenario que hizo de correo para el cártel y acabó en prisión. El resultado de la película que hoy nos ocupa es inmejorable, si bien no llega a la perfección de la mentada película con título de coche.
El guion de Schenk retoma el tema fundamental que vertebra toda la obra de Eastwood, las relacionales paternofiliales, y le da un nuevo giro al presentarnos a un protagonista que afronta el final de la vida tras haber roto todo vínculo con su familia. Earl Stone es un padre fallido y ausente que se ha centrado en su trabajo y ha dejado de lado a los suyos, de forma similar a como les sucediera al ladrón de guante blanco protagonista de Poder Absoluto (Absolute Power, 1997), al periodista de Ejecución Inminente (True Crime, 1999), al entrenador de Million Dollar Baby (2004) e, incluso, al gruñón de Walt Kowalski. Stone encuentra un propósito al forjar vínculos con los violentos jóvenes del cártel, quienes llegan a apreciarlo por su valía y experiencia. Además, a medida que avanza la trama, el protagonista lucha por hacer las paces con sus seres queridos, en la medida de lo posible, al mismo tiempo que advierte de que no cometa los mismos errores al antagonista de la función, el agente de la DEA al que da vida un solvente Bradley Cooper (amigo de Eastwood desde que colaborasen en American Sniper), un policía a quien también le obsesiona el trabajo. Aparte del conflicto generacional, las escenas que componen esta peculiar road movie exploran los prejuicios raciales de la Norteamérica contemporánea, si bien estas reflexiones son meras pinceladas en comparación con los certeros dardos de Gran Torino (2008).
El aspecto formal de la película es sencillamente perfecto. Eastwood dirige con pulso firme, se sirve de planos fijos y estables y deja de lado los artificios para ir directo al grano. La precisión tras la cámara ayuda a destacar la belleza de los parajes naturales que atraviesa el protagonista durante los portes, escenas que se ven aderezadas con la música que escucha Stone mientras conduce, en especial temas clásicos de Dean Martin y Willie Nelson. En el reparto de Mula participan varios secundarios más que cumplidores, por ejemplo los veteranos Laurence Fishburne, Dianne West y Andy García; a quienes acompañan Michael Peña, uno de los actores de reparto de moda, y la hija del director, Alison Eastwood. Bradley Cooper se queda con el papel del antagonista e interpreta a un personaje que ya hemos visto en otras cintas del director, pues no en vano recuerda al tenaz policía de Un Mundo Perfecto (A Perfect World, 1993). Eastwood se reserva el rol principal, el de un anciano visiblemente cansado pero a la vez ilusionado por las nuevas aventuras que afronta y de las que sale airoso gracias a su ingenio y dilatada experiencia. El rubio de El Bueno, el Feo y el Malo (Il Buono, il Brutto, il Cattivo, 1966) compone un protagonista a base de gestos secos, miradas duras y muchos años de trabajo.
Es posible que Mula pase desapercibida entre el final de la temporada de premios y la avalancha de grandes producciones superheroicas, si bien destaca como una película sencilla, directa, de corte clásico pero vigente, además de por ser una adición sumamente interesante a la larga filmografía de uno de los grandes directores de nuestro tiempo. No se la pierdan.