M. Night Shyamalan vuelve tenaz a intentar que se le conozca por más que ser el director de El sexto sentido, porque si duro es que con cada trabajo que hagas se te recuerde por uno anterior, más lo es que se trate de tu primera cinta. Pero los varapalos críticos y de recaudación a los que su cine se ha visto sometido en todos estos años lo hicieron transitar de enorme promesa emergente a director del montón, con lo que supone y lo mentalmente poderoso que debes ser para sobreponerte a semejante salto al vacío.
De psique va precisamente esta vez la cosa, puesto que el realizador le da a James McAvoy, el nuevo Charles Xavier de X-Men, un enorme morlaco con el que lidiar: el personaje principal de esta historia encierra dentro de su mente más de una veintena de personalidades, con lo que podría jugar consigo mismo un partido de fútbol con árbitro y todo. Pero poca broma, que estamos ante un asunto muy delicado, y más si tenemos en cuenta que por estadísticas, con esa muchedumbre ahí encerrada, tiene que haber al menos un par de ellos malos…
Así las cosas, la personalidad “mala bestia” se hace cada vez más dominante y el protagonista pasa a lo largo del metraje de inestable a nitroglicerina en una coctelera, y en medio de la traumática transición tenemos a tres chicas que nunca debieron estar allí y una osada terapeuta que pretende ayudar al muchacho con su “problemilla” desde la empatía.
Shyamalan es fiel a su sello propio, es la parte buena, y sabes que algo interesante siempre va a pasar, que hay un giro marca de la casa que aún te falta por ver, y que es un director solvente que te hace pasar un rato divertido esperando ver si esta vez el truco merece la pena o no. La expectación es cine, y es por eso que existimos los espectadores. En el debe hay que decir que el realizador no se luce como guionista, y que para ser una película suya, no nos sorprende en demasía el devenir de los acontecimientos, que se antojan bastante planos y lineales.
James McAvoy cumple con una tarea muy difícil, la de interpretar a varios en uno, pero no llega a la excelencia en la casi misión imposible de mostrarse con la veracidad de distintas personas con el mismo rostro, sino que se te viene a la cabeza un actor desempeñando distintos papeles. Pero se imagina uno a Robert De Niro con veinte años menos en su lugar y quizá el resultado hubiese sido otro…
Con todo, Shyamalan ha dado un saltito de mejora con respecto a sus últimos trabajos denostados, pero no llega a ese golpe en la mesa reivindicativo que pretende y cuyo plumero se ve en los últimos segundos de metraje con el sorprendente y divertido autohomenaje que se marca por él y por todos los fans de su trabajo, pero por él primero.
Dirección: M. Night Shyamalan. Género: thriller psicológico. Suspense. Título original: Split. País: USA. Duración: 116 min. Intérpretes: James McAvoy, Anya Taylor Joy, Betty Buckley, Brad William Henke, Haley Lu Richardson, Sterling K. Brown, Kim Director, Sebastian Arcelus, Lyne Renee, Neal Huff, Jessica Sula, Maria Breyman, Steven Dennis, Peter Patrikios, Matthew Nadu. Guión: M. Night Shyamalan. Música: West Dylan Thordson. Fotografía: Michael Gioulakis.