Llevo dos días en que esta película me ronda por la cabeza. Sé que esconde muchos secretos y que sus imágenes, en apariencia inocentes, dicen más de lo que se percibe (en muchos de sus planos la mitad está vacía como si el espectador pudiese completarlos con sus referencias) pero como mis conocimientos sobre la cultura tailandesa se reducen a lo mínimo, siendo muy generoso, tengo la sensación de que me he perdido la mitad de su contenido. Me pasa lo mismo que con Apichatpong Weerasethakul, no entiendo nada pero su universo me hipnotiza.
Revista Cine
Mundane History (Jao nok krajok), Tailandia 2009
Publicado el 22 octubre 2011 por Cineinvisible @cineinvisib
Un enfermero se encarga de cuidar a un joven inválido en su casa. Sus relaciones, al principio son muy distantes, tanto como las del joven con su padre al que no le dirige la palabra. Como en la célebre serie Arriba y abajo, en esta casa también hay varias personas que se encargan de servir a la familia. El enfermero encuentra que sus habitantes no tienen alma y la cocinera atribuye todo lo que ha ocurrido al mal karma de la familia.Una libertad total de tono en la narración, saltos en el tiempo sin mayor explicación, el recurso a la cosmología física (la creación del universo y la teoría del Big Bang) admirado en un museo de las ciencias para enlazar o explicar la historia personal (que tiene el mérito de ser la primera directora que recurre a estas imágenes en lo que parece ser la última moda cinematográfica, Terrence Malick o Lars Von Trier), una escena en una bañera delicada y profundamente triste, raramente vista en el cine asiático, y que la he valido una prohibición en su país para menores de 20 años, o sus inquietantes imágenes de 4 compartimentos estancos dignos de una exposición de arte contemporáneo, hacen de esta película la apuesta más inclasificable e interesante de la selección oficial de la edicción 2011 del Festival 4+1.Anocha Suwichakornpong, du directora, tras varios cortos debutó en 2009 con este largometraje que también había escrito y que se llevó el Premio Tiger del Festival de Rotterdam. Sus infinitas posibilidades de interpretación, sus planos e imágenes sugestivas y un gran sentido estético hacen de esta joven directora una de las promesas del última cine tailandés. Un nuevo tipo de películas, más próximas al arte que a la ficción narrativa, que se podría exhibir tanto en una sala de cine como en un museo.