Revista Cultura y Ocio

Mundo Oriental: Yakuza

Por Selva Del Olvido
Mundo Oriental: Yakuza
Yakuza
Mundo Oriental: Yakuza

Yakuza, es el término romanizado para definir a la mafia japonesa. son los gangsters del lejano oriente.Su nombre deriva de una combinación en un juego de dados: 8-9-3, una combinación que representa el fracaso. Su calado en la sociedad japonesa es profundo,  en 1985 la policía contabilizó 2500 organizaciones que conformaban un total de 100 000 miembros. Hoy son más de 3000 organizaciones. La mafia japonesa, la Yakuza es, como organización mafiosa, la más antigua del mundo, por encima de la Camorra o la mafia siciliana: Ya existía en 1850.
Pese a esto, es un modelo delictivo totalmente diferente a los anteriores, no porque existan en un capa social subterránea, o porque estén escondidos o aislados. La Yakuza es la mafia institucionalizada, perfectamente integrada en la sociedad japonesa moderna. La mafia controla desde las drogas y la prostitución, hasta el juego y el mercado de la subcontrata temporal de jornaleros y más allá dirige negocios totalmente legales. 
Los Yakuza hacen de la extorsión su arma más corriente, una extorsión de tipo económico. Aun así, todos los clanes de la mafia tienen una sede social, las llamadas Shimboku dantai, lo que se puede traducir como asociaciones amistosas de ayuda mutua. En definitiva la misma estructura que surge en nuestro propio país a lo largo del proceso de industrialización. En estas sociedades, los miembros se inscribían y pagando una cuota, se autoproveían de medicinas servicios legales, periódicos, e inclusa cobertura económica en caso de tener que organizar una huelga. En principio estas sociedades no era políticas, y la legislación las toleró en la medida que cubrían parte de la protección social antes realizada por la iglesia, pero ahora perdida en los procesos de liberalismo laico.
¿Que es entonces la Yakuza? ¿Una organización malversada? ¿Una simple y cínica tapadera?
En la era de Tokugawa, Yakuzas, eran los mercaderes itinerantes, los grupos de jugadores profesionales, o incluso los samurais sin señor, los ronin. Pero el término no incluía el significa de estar fuera de la ley. Esto solo pasó realmente en el siglo XIX. Y de nuevo nos encontramos con una diatriba. En el siglo XIX en Japón encontramos un cambio social brutal, que va a desembocar en la caída de la sociedad samurai. Una sociedad caracterizada ante todo por la jerarquía estamental y el respeto a la ley de manera interpersonal, en términos muy cercanos a la Europa feudal, donde el señor ofrecía protección a cambio de lo que más tarde serian impuestos, y lo hace, porque detenta la fuerza y la justicia en su persona.
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Los yakuzas van a verse en la oportunidad de detentar un poder parecido a este, el de la fuerza. Y es que, los ronin, los jugadores, mercaderes, parias etc. También estaban excluuidos de las grandes masas de población, que marginada, comenzaba a apiñarse en las ya bien pobladas ciudades de Japón, como pudiera ser Edo. Las autoridades  no quieren enfrentar de manera directa con tropas reales, los disturbios que ocasiona la marginalidad, así que poco a poco va a ir dando su apoyo a los cabezas de las bandas más fuertes, que mantienen en la zona que controlan una cierta paz. A su vez estos jefes se apoyaban en sus propios mitos para gobernar, se hacían personajes cuasi heroicos, que representaban a los ojos del pueblo, que no conocía de las trama del gran poder, la desviación, la capacidad de hacer el libre albedrío fuera del sistema. Aunque no lo creamos, los marginados, los oprimidos, el pueblo más obrero, creyó en su día, en un sueño de libertad Yakuza, lo que tantas veces se ha transmitido como el bandido honorable.
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Pero esto duró poco. 
Los yakuzas se habían procurado un dominio al margen de lo estatal, y pronto surgieron cabecillas, retos y guerras, y fue necesario dotarse de oficialidad. Y lo que comenzó como un mecanismo títere del sistema, formado por parias para controlar a las masas, acabó por auto-institucionalizarse. Se crearon códigos, que en un principio calcaban los ideales del Bushido, el Código Samurai. Como en el mundo feudal se dotaron de Oyabun, un estatuto para el lider y Kobun, otro para los que dependían de él. También comenzó a cerrarse el grupo, y los parias crearon su propia casta social, según ellos, heredera del mundo samurai que había acabado. Son conocidos algunos ritos de entrada como el intercambio de copas de sake, y sobre todo los tatuajes, que indican pertenencia al grupo, los rituales más funestos llegan incluso a cortar un dedo meñique por faltar al código. Porque para entender la Yakuza, hay que pensar en ellos como en una clase social, que nace en un mundo de castas agonizante pero aun muy jerarquizado. 
Pero si los parias habían conseguido convertirse en clase y ordenarla "jurídicamente", su papel de intermediarios entre las masas y el poder, aunque fuera de manera indirecta, les colocó en una posición muy ventajosa, ejerciendo presión en ambas direcciones. De 1920 a 1945, la Yakuza participó de manera abierta en la política, en el bando de la extrema derecha. Realizaban el papel anticomunista, desconvocaban huelgas con la violencia, acababan con las huelgas  y eliminaban individuos socialistas, llegaron a participar en la actividad bélica en China, como paramilitares. Era la Gestapo japonesa. 
Cuando Japón capituló, inmediatamente la Yakuza, que no se había desestructurado, se hizo con los mercado negros, de chinos y coreanos. Y aunque siguieron participando en política, sobre todo en contra de la renovación de los tratados de defensa entre EE UU y Japón, se fueron cerrando cada vez más sobre sí y sus dominios. Para que eso fuera posible la Yakuza se super-estructuró, es decir comenzó a organizarse en enormes Kumis, o bandas.
Un ejemplo de ellas es la Yamaguchi-gumi, que cuenta con 10 000 miembros, aunque la muerte de su lider Taoka Kazuo en 1981, les hizo retraerese, llegaron a tener redes en todo Japón, dominando todo el negocio del estraperlo en Kobe (entre otros, mataderos legales de carne de bey, hoy día una de las carnes más caras del mundo) 
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Otras grandes organizaciones Yakuza son la Sumiyoshi-gumi que actúa sobre todo en Tokyo e Inagawaki.
Pero La yakuza también ha sabido adaptarse al mundo del siglo XXI y ha desarrollado dos nuevas vías de negocio: los sarakin y los sokaiya.
Los Sarakin son una especie de prestamistas y cobradores, es decir, usureros. El japonés medio, es una persona ahorradora, pero también tienen problemas de exceso de crédito oneroso. Los usureros hacen esto. Dan dinero y lo dejan exento de interés por unos meses. Esto hace de gancho para pequeñas cantidades que pueden pedir personas de case media. La trampa es que el interés se multiplica más allá del 60%. Pero no queda ahí, la deuda continúa creciendo, es entonces cuando la Yakuza, por medio de los Sarakin, prestamistas usureros, reclama el cobro. Comienza entonces la pesadilla, acoso, rumores en  vecindario y trabajo. Llegan incluso a la violencia física. Hay una palabra, Johatsu, que expresa la acción de esfumarse, que es lo que hacen muchos de los que sufren la opresión Sarakin. Unas 2000 personas al año, se suicidan por no poder soportar el acoso.
La sokaiya es la división Vip de la Yakuza. Se trata de altos miembros de la mafia que poseen acciones, en grandes cantidades de la empresa que requiere sus servicios. Compran la cantidad suficiente como para tener voz en la asamblea. Después actúan con extorsión y violencia a favor de la facción directiva que les ha contratado en esa gran empresa. Ésto, no solo atañe a los empresarios, porque, gracias a los Sokaiya, se han encubierto problemas graves, de salud pública, como el famoso caso de la empresa Chisso, que envenenó por mercurio orgánico. La facción de directivos de la empresa que conocía el problema utilizó la Sokaiya para que este problema nunca apareciera en el orden del día de la asamblea directiva. El envenenamiento acabó con 857 muertos.
Las empresas desisten de denunciar estas prácticas con toda su fuerza porque ellas mismas usan sus servicios y quieren evitar escándalos con la prensa. Es en definitiva un círculo vicioso perfecto, de una organización que ha sabido adaptarse, dentro del sistema, durante 160 años.

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