Revista Deportes
Pero que mala baba tienen estos Licenciados de Mundotoro, defecto de la alimaña que no se atenúa con la humildad que muestran al no firmar las noticias, entiendo que por no presumir de Licenciatura ante los catetos, frikis, parados, maleantes, navajeros, aficionados sin graduado y demás chusma carcelaria -hasta blogueros garrulos- que leen lo que allí se cuenta de toros, que generalmente tiene poco que ver con lo que pasa en el ruedo.
Ayer se dedicaron durante toda la jornada a desprestigiar y ajusticiar, a su ladina manera, la Corrida Concurso de Ganaderías de Zaragoza. Y amén, no se les puede rechistar, contra un título universitario firmado por un Borbón no hay réplica posible, que cinco años en la complutense son muchos, con sus recreos jugando a ser como Cayetano y sus tertulias en la cafetería, discutiendo si July se parece a Gallito o Espartaco es un pariente basto del Espartero, más esas miles de horas lectivas con todas esas asignaturas como "Diseño de la armonía en el Toro de lidia: el Toro que cabe en la muleta", "Gestión y tratamiento de la toreabilidad", "Teoría trincona de cómo coger el sobre" o "Ingeniería Industrial del toreo periférico".
El lector que haya podido repasar los diferentes blogs y medios taurinos a estas horas ya tendrá claro lo que ha sido la concurso: un ejemplo de lo que tendría que ser una corrida de toros, con sus defectos y virtudes, con toreros que están mejor y otros peor, y seis galanes respetables en su continente y variados en su contenido. Pero sobre todo, que proporcione el disfrute de las diferentes tauromaquias en su máxima expresión, del rito de la corrida de toros completo: los tres tercios, los tres lapsos de la misa taúrica. Y no es una milonga, que comprar seis toros serios y buscar tres toreros dispuestos con la masificación existente en la dehesa y el escalafón no veo que sea un propósito utópico. Es realizable y es lo mínimo que debería de dársele al aficionado que se deja un jornal en el tendido. Luego que la cosa salga como se quiera o se pueda, que este o aquel esté más brillante, que el otro pegue el petardo o ese del castoreño sea un toricida es un factor que no está en la mano del empresario.
El caso es que estos de Mundotoro, que han tomado por lema el dicho que asegura que no hay que morder la mano del que te da de comer, siguen con su campaña contra los reglamentos, las normas, la autoridad y toda ortodoxia, que no es más que el sentido común aplicado a una tradición que, como casi todas, está irremediablemente sujeta a unos fundamentos. Siguiendo la tónica que marcan las figuras, que dan de comer al medio, en una endogamia tóxica para la veracidad informativa -que hace que las Licenciaturas sean papel higiénico de primera calidad-, todo lo que no sea facilitar la labor del torero para el triunfo es un anacronismo. La suerte de varas, anacronismo; el toro de Adelaida, feo porque abría la cara, anacronismo; el bicho que no "dura" en la faena de muleta, anacronismo; una corrida en la que sólo se corta una oreja, anacronismo; faenas que no llegan al cuarto de hora, anacronismo...
Aunque para anacronismos, el de los críticos trincones, que no se acaban nunca.