Por favor permítanme, de todos modos, entregarles un mensaje muy personal. Es algo que siempre tengo en mente cuando estoy escribiendo ficción. Nunca he ido tan lejos como para escribirlo en un trozo de papel y pegarlo en la pared: En vez de eso, está tallado en la pared de mi mente, y dice algo como esto:
“Entre una pared alta, sólida, y un huevo que se rompe contra ella, siempre me pondré del lado del huevo”.
Sí; no importa cuán en lo correcto esté la pared y cuán equivocado el huevo, yo me pondré del lado del huevo. Alguien más tendrá que decidir lo que está bien y lo que está mal; quizás el tiempo o la historia decidirán. Si hubiera un novelista que, por las razones que sea, escribiera poniéndose del lado de la pared, ¿qué valor tendrían esas obras?
¿Cuál es el significado de esta metáfora? En algunos casos, es muy simple y claro. Los bombarderos, los tanques y los cohetes y los proyectiles de fósforo blanco son esa pared alta, sólida. Los huevos son los civiles desarmados que son aplastados y quemados y baleados por ellos. Éste es un significado de la metáfora.
Esto no es todo, sin embargo. Posee un significado más profundo. Piensen en ello de este modo. Cada uno de nosotros es, más o menos, un huevo. Cada uno de nosotros es un alma única, irreemplazable, encerrada en una frágil cáscara. Esto es verdad acerca de mí, y es verdad acerca de cada uno de ustedes. Y cada uno de nosotros, en un grado mayor o menor, está confrontando una pared alta, sólida. La pared tiene un nombre: Es El Sistema. Se supone que El Sistema debe protegernos, pero a veces toma vida por sí mismo, y entonces comienza a matarnos, y a hacernos matar a otros -fríamente, eficientemente, sistemáticamente.
Tengo sólo una razón para escribir novelas, y es traer la dignidad del alma individual a la superficie, y encender una luz sobre ella. El propósito de una historia es sonar una alarma, mantener una luz encendida en El Sistema con el fin de evitar que nuestras almas se enreden en su red y sean degradadas. Creo plenamente que es el trabajo del novelista seguir tratando de aclarar la unicidad de cada alma individual escribiendo historias -historias de vida y muerte, historias de amor, historias que hagan a la gente llorar y temblar de miedo y sacudirse de risa. Por esto es que seguimos adelante, día tras día, inventando ficciones con total seriedad. [...]
Tengo sólo una cosa que espero transmitirles hoy. Somos todos seres humanos, individuos trascendiendo la nacionalidad y la raza y la religión, huevos frágiles enfrentados con una pared sólida llamada El Sistema. Según todas las apariencias, no tenemos esperanza alguna de ganar. La pared es demasiado alta, demasiado fuerte -y demasiado fría. Si tenemos alguna esperanza de victoria en lo absoluto, tendrá que venir de nuestra creencia en la absoluta singularidad e irreemplazabilidad de nuestra alma y de las de los demás, y de la calidez que podemos obtener al unir estas almas.
Tomen un momento para pensar acerca de esto. Cada uno de nosotros posee un alma tangible, viva. El Sistema no tiene tal cosa. No debemos permitir al Sistema explotarnos. No debemos permitir al Sistema tomar vida propia. El Sistema no nos creó: Nosotros creamos El Sistema.
Fragmentos del discurso de Haruki Murakami en Israel, en 2009, al recibir el Premio Jerusalén. Al anunciarse el premio, mucha gente le recomendó a Murakami no asistir a la ceremonia, indicándole que, con su presencia, estaría enviando un mensaje político con respecto al conflicto palestino. Murakami indicó: “Quizás, como muchos otros novelistas, tiendo a hacer exactamente lo opuesto de lo que se me indica. Si la gente me dice -y en especial si me advierten- “no vayas ahí”, “no hagas eso”, tiendo a querer “ir ahí” y “hacer eso”. La traducción inexacta y vacilante es mía. El discurso completo en inglés se puede leer aquí.