UNA PROLONGACION DEL PASEO PUBLICO DE BURLE MARX
El estudio de arquitectos de Nueva York Diller Scofidio + Renfro resultaron ganadores del concurso celebrado para diseñar el Museo de la Imagen y el Sonido de la ciudad de Río de Janeiro, en Brasil. Para los arquitectos, la arquitectura del museo surge de captar la esencia del sitio, visto como un paseo público en movimiento.
El edificio esta concebido como una extensión del boulevard marítimo diseñado por Roberto Burle Marx, un espacio público donde conviven el transito a pie, en bicicleta y en automóvil, en un tradicional paseo limitado entre la costa, la envolvente de fachadas de los edificios y las montañas.
Esa esencia de movimiento se traslada al edificio a través de sus rampas y circulaciones verticales, que se integran desde el exterior como una prolongación del paseo público, uniendo las actividades culturales, educativas, de ocio y de servicios del museo. Así, la secuencia de circulación une el Auditorio ubicado a nivel de calle con la terraza elevada del Café, el Piano Bar del tercer nivel, el restaurante del sexto, y el cine al aire libre que se ubica sobre el techo del edificio.
De este modo se genera un doble juego donde no solo la ciudad observa el edificio, también desde el museo se puede vivenciar la ciudad de una manera distinta, expuesta a los turistas y a la actividad de la playa de Copacabana.
MEMORIA DE LOS ARQUITECTOS
The architecture of the Museum of Image and Sound takes Copacabana Beach as its inspiration: its coastline, its wraparound building wall, its mountains, and its distinctive beach promenade designed by Roberto Burle Marx. The promenade captures the key element of the beach—a space of the public in motion—on foot, bicycle and automobile. The building is conceived as an extension of that boulevard, stretched vertically into the museum.
The “Vertical Boulevard” gestures toward inclusiveness: it gently traverses indoor and outdoor spaces and branches to make galleries, education programs, spaces of public leisure and entertainment. The building inherits the DNA of Burle Marx but radically reorients his public surface upward into a thickened façade for the new museum. The vertical circulation sequence connects the street with the building’s entertainment programs—from the clerestory view into the Auditorium at street level, to the elevated Terrace Bar and Cafe, the Piano Bar at the third level, the Restaurant at the sixth, and outdoor cinema at the roof.