A 25 kilómetros de Barcelona se encuentra Vilassar de Mar, localidad que concentra diversos espacios culturales, entre ellos la Gliptoteca Monjo, el Museo de la Marina, el Museo de la Mina Vella, la Casa Museu Carme Rovira -pintora naïf-, Can Bisa, donde se celebran exposiciones de fotografía, la Biblioteca Municipal, que cuenta también con una sala de exposiciones y VilassArt -Agrupación de Artistas de Vilassar de Mar-.
Anteriormente el municipio disponía de dos galerías de arte, pero hace más de una década que desaparecieron, tal como también ha ocurrido con otras de la comarca. A todo ello hay que añadir los yacimientos romanos, entre ellos una necrópolis, la Torre de En Nadal del siglo XV, las casas denominadas de "cós" -casas urbanas tradicionales de pueblos y ciudades catalanas construidas en un coso, solar o patio-, los edificios de arquitectura modernista y la Escuela Náutica de estilo neoclásico creada por el abuelo de Enric Monjo, que demuestran que Vilassar de Mar es un lugar que siempre se ha sentido atraído por el comercio, la navegación, la arquitectura y la cultura.
Nosotros solamente nos centraremos en comentar el Museo Monjo, dedicado al escultor Enric Monjo, nacido en Vilassar de Mar en 1895 y fallecido en Barcelona en 1976. Recientemente ha sufrido una reforma que ha afectado a las dos plantas superiores, ya que la planta baja está dedicada principalmente a exposiciones temporales de arte contemporáneo. Actualmente la responsable del museo es la conservadora y técnica del Ayuntamiento Montserrat Alier.
Orígenes del Museo Monjo
El museo está situado delante mismo del mar, en el antiguo Camí ral -Camino real-, hoy en día la carretera N-II que transcurre paralela a las vías del tren. Se tiene constancia del edificio a finales del siglo XVII, ya que funcionaba como hostal, donde se alojaban los viajeros que usaban el camino para desplazarse desde Vilassar de Mar a Mataró o Barcelona. Se reformó en 1762 y dos siglos después, en 1971, se convirtió en la Gliptoteca Monjo por deseo expreso del escultor, que donó una parte muy importante de su colección personal.
A la muerte del escultor se cerró el museo y no se volvió a abrir hasta 1986. Posteriormente en 2013 sufrió una reforma muy importante. En la fachada lateral hay un esgrafiado de Eduard Ferrés i Puig, arquitecto modernista nacido en esta población. Fue autor, entre otros, del Museo de la Marina -también conocido como la Sènia del Rellotge- y de los hoteles Palace de Madrid y Barcelona.
Las salas dedicadas al escultor ocupan dos plantas. En el primer piso se pueden contemplar sus obras desde sus años de formación. Al inicio del recorrido hay un gran panel con un mapa donde figuran las ciudades en las que se hallan la mayoría de sus creaciones distribuidas por diversos continentes, lo que sirve para darse cuenta de la enorme aceptación y valoración de sus esculturas a nivel internacional. Considero que ha sido una excelente idea la colocación de este indicador que, además, va acompañado de un audiovisual que permite adentrarse tanto en su obra como en su vida personal. En el segundo piso se encuentra el taller, con los utensilios, bocetos, moldes y proyectos desarrollados por el escultor, así como el almacén y las zonas de trabajo internas del museo. Este apartado solamente se puede visitar en grupos reducidos y previa inscripción. Además de las obras del escultor catalán se conservan las colecciones de las pintoras Maria Freser, Carme Rovira y Carme Serra, así como obras de artistas que han expuesto en el museo.
Biografía de Enric Monjo
Enric Monjo nació dentro de un entorno familiar apasionado por la náutica, ya que su abuelo Juan Monjo fue arquitecto naval, famoso por sus libros de pedagogía y matemáticas, así como por su Tratado de construcciones navales. Fundó el Colegio Naútico Mercantil de Vilassar de Mar a finales del siglo XIX. Su padre Rafael Monjo que también fue pedagogo, prosiguió la labor de su progenitor ejerciendo de director de dicha institución.
Enric Monjo estudió en la Escuela de Artes y Oficios y en la Escuela de Bellas Artes, ambas de Barcelona. A la pronta edad de 14 años - tres años antes ya había realizado su primera obra: Capricho, un toro modelado en barro, que posteriormente se fundiría en bronce- acudió al taller del escultor modernista Eusebi Arnau, quien también tuvo como aprendiz a Pablo Gargallo. Arnau realizaba piezas aplicadas a la arquitectura, como por ejemplo en el Palau de la Música, el Hospital de Sant Pau, la Casa Atmeller y la Casa Lleó i Morera, todos ellos edificios modernistas de Barcelona. Más adelante entró a formar parte del taller de otro escultor modernista, Josep Llimona célebre por sus obras funerarias en panteones de diversos cementerios. Era hermano del pintor Joan Llimona; ambos fundaron el Centro Artístico Sant LLuc de Barcelona.
Como tantos otros artistas se interesó por la anatomía humana, frecuentando la Facultad de Medicina. En 1918 participa en una colectiva en el Real Círculo Artístico de la ciudad con tres piezas. Finalizada la Primera Guerra Mundial se fue a París y Bruselas para ampliar conocimientos artísticos. En 1920, cuando sólo tenía 25 años, es nombrado ayudante meritorio de la Cátedra de Anatomía Artística de la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona. Dos años más tarde obtiene la plaza de profesor auxiliar en la misma Escuela.
A partir de 1924 recibe diversos encargos particulares: una estatua yacente para una tumba del industrial sabadellense Joan Figueras, los bustos de Narcís Giralt -actualmente situado en la plaza del Mercat de Sabadell- y del pintor Joan Vila Cinca. Del mismo momento es el retrato de su madre Josefa Garriga. En 1926 le conceden el primer premio del Concurso Nacional de Escultura que organiza el Ministerio de Instituciones Públicas y Bellas Artes, con un proyecto de una fuente, que posteriormente se colocará en una escuela pública.
En 1929 realiza diversas esculturas para algunos edificios de la Exposición Internacional de Barcelona. En 1934 obtiene la plaza de profesor numerario de modelaje y vaciado de la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona. Durante la Guerra Civil marcha de Catalunya y se va a Santiago de Compostela donde ejercerá la docencia en la Escuela de Bellas Artes.
Una vez finalizada la guerra realiza el busto del General Franco que debía ser colocado en el paraninfo de la Universidad de Madrid. En 1940 es nombrado catedrático numerario de Anatomía Artística de la Escuela Superior de Bellas Artes Sant Jordi de Barcelona y ese mismo año inicia la que posiblemente será su obra capital: la reforma y decoración de la iglesia del Santo Espíritu de Terrassa (Barcelona), junto con el pintor Antoni Vila Arrufat y el arquitecto Lluís Bonet Garí, que tardó tres lustros en finalizar.
Desde los años 40 hasta los 60 su obra se moverá casi exclusivamente en el terreno religioso, ya que recibió diversos encargos para iglesias y monasterios. A principios de los 50 su obra cruza el Atlántico y pasa a ser un escultor reconocido en Estados Unidos donde su labor se verá recompensada con varios encargos. En 1954 es nombrado miembro de la Hispanic Society. Su trabajo más importante en territorio americano fue el relieve monumental del vestíbulo del First National City Bank de Nueva York. Su última obra en nuestro país fue la escultura de Sant Jordi para la Diputación de Barcelona.
Centenario del artista
En 1996 se celebraron diversas exposiciones con motivo del centenario de su nacimiento, entre ellas la del Palau Moja de Barcelona y el Centro Cultural de la Caixa de Terrassa, siendo la comisaria de ambas Mercè Doñate, responsable del Área de Cultura del Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC), especialista en escultura catalana de finales del siglo XIX y principios del XX, quien afirmaba que "su espíritu, su sensibilidad, su temperamento nervioso y su facilidad por el modelaje, presentes de una manera más diluida en las grandes obras, aparecen de una manera indiscutible en las creaciones más personales, los esbozos".
Tuve la oportunidad de ver ambas, así como la que organizó el propio museo. En aquel momento escribí en el semanario Vilassar Actiu que "solamente haciendo un rápido recorrido por algunos de los pasajes de su vida intelectual y social, uno mismo puede ver la aportación que Monjo ha hecho a la Historia del Arte Catalán de este siglo, todo y no siendo tan famoso como otros escultores de su tiempo (Clarà, Marés o Gargallo, entre otros)". El entonces director del museo Francesc Rodón, gran conocedor de la obra del artista, en el texto de presentación del catálogo lo mostraba como un "espléndido escultor, profundo conocedor de la anatomía humana, admirador de unos modelos clásicos, devoto seguidor de la escuela de imaginería mas enraizada a las tradiciones de un siglo glorioso. El resultado es una obra perfecta, rigurosa, llena de belleza y sensibilidad".
Su producción artística se concreta en dos etapas: la de sus inicios hasta los años treinta en que recibe la influencia del novecentismo, aunque de formas más singulares, y la de los cuarenta hasta poco antes de su muerte, en que se decanta por la escultura española, reinterpretándola desde los postulados del gótico y del renacimiento, si bien desde una óptica más moderna en que sobresale el carácter del artista.
Para Maximilien Gauthier, autor de una de sus biografías, destaca que "el clasicismo de Enrique (sic) Monjo se nos aparece como el más fuerte y, a la vez, el más sensible; cuando se hace preciso, el más dulce -baste la prueba de los desnudos y los retratos femeninos que se alternan en su obra con las severas figuras de los profetas, los santos y los mártires-".
La colección del Museo Monjo
El museo cuenta con más de 500 obras, entre esculturas de madera, mármol, yeso, piedra, gres, bronce, terracota, arcilla y alabastro; bustos, relieves, altos y bajos relieves y conjuntos escultóricos. La mayoría de los temas presentes son los habituales en su producción, caso de los religiosos: santos, vírgenes y grupos; desnudos femeninos; retratos de personajes mitológicos o encargos de amigos y clientes, además de los conjuntos escultóricos de diferentes iglesias. Los temas taurinos e hípicos -el artista era un amante del mundo de los caballos- también solían ser sus preferidos.
En la exposición permanente el público hallará una serie de obras que le permitirán comprobar cuál ha sido su contribución a la escultura catalana, ya que se observa nítidamente su interés por el mundo clásico, alejado de la contemporaneidad de otros escultores de la época, que buscaron otras formas de expresión alejadas del academicismo y del realismo, ya que Monjo convivió cronológicamente con los movimientos más importantes del siglo XX: cubismo, surrealismo, expresionismo, futurismo, dadaísmo...
Como sería muy complejo comentar la mayoría de las obras que se exponen, solamente mencionaremos algunas de ellas, como es el caso de la escultura Mediterránea /Mujer desnuda (1964), que se encuentra delante del museo y que invita al visitante a entrar en él. Se trata de una joven desnuda que tiene el brazo izquierdo levantado y que parece que esté saltando mirando hacia el mar. Podría representar el Mediterráneo. La figura es de bronce y está encima de un pedestal de ladrillo. Una vez dentro, otro desnudo femenino yacente nos indica que estamos en la sala de exposiciones temporales.
La pieza más antigua que se exhibe es Capricho (1906), mencionada anteriormente. Los retratos y bustos ocupan un espacio considerable en el museo, ya que Monjo fue un formidable retratista. El retrato realizado en madera de su madre Josefa Garriga (1930) es de un enorme realismo. En 1918 ya había realizado otro retrato de su madre en mármol que se exhibió en la Academia de Sabadell en 1924. Otra pieza interesante por su acentuado clasicismo es Nicole (1950-55) esculpida en piedra calcárea. En cambio otra obra de la misma época es Amazona (1954) realizada en madera, que refleja perfectamente su dominio técnico en cualquier material empleado Tanto el rostro de la joven amazona como su vestimenta reflejan una personalidad muy sobria y formal. Hubo dos personajes que fueron esenciales en su devenir profesional que el artista plasmó en los bustos de bronce: Mr. Huntington (1955) -coleccionista de arte y literatura hispánicas- y George S. Moore (1965) -destacado banquero e hispanista que le proporcionará diversos encargos en Estados Unidos-.
Los desnudos femeninos Joven adolescente (1933), Creta (1941) -escultura en piedra que ganó la Tercera Medalla de la Exposición nacional de Bellas Artes de Madrid de 1941-, La Magdalena (1949-52), Isleña (1950-55) y Sembradora (1960-65), demuestran su percepción en fusionar el pasado, o sea la antigüedad, con el neoclasicismo, subrayando su interés por el cuerpo femenino, principalmente joven, demostrando que sus conocimientos anatómicos adquiridos en la Facultad de Medicina fueron determinantes en su producción escultórica. Precisamente el historiador del arte Francesc Fontbona, refiriéndose a los desnudos femeninos La noche y Sembradora, considera que se acercan a los postulados del novecentismo, concretamente de Arístides Maillol y Pablo Gargallo, respectivamente.
La temática religiosa, aunque mayoritariamente se encuentre en capillas, altares, puertas y criptas de iglesias, catedrales, basílicas y monasterios, como por ejemplo en las iglesias de San Félix de Sabadell, Sant Vicenç de Montalt, Santo Espíritu de Terrassa y de Altoona de Miami; los monasterios de Sant Cugat, Montserrat -donde estuvo trabajando seis años- y Vitoria; las catedrales de Saint Patrick y Nacional de Washington, y la Capilla del Bon Consell del Ayuntamiento de Barcelona , también tiene diversos ejemplos en el museo, principalmente bustos, relieves y esbozos de algunas obras de los lugares indicados anteriormente, caso de la Romería de Sant Medir (1957-1963), esbozo en terracota del Altar Mayor de la Capilla del Bon Consell; los bustos en madera de San Mateo (1940-1956) y de piedra de Santo Tomás (1940-1945) -fragmento del apóstol de la iglesia del Espíritu Santo de Terrassa-; el bronce La Magdalena (1949-1952), que es un estudio de la figura desnuda de esta discípula de Jesucristo que formaba parte del conjunto escultórico del Descendimiento de la Cruz, paso procesional para la Cofradía de Banca y Bolsa de Tortosa. Sobre el mismo tema también hay un relieve en yeso policromado.
Otras consideraciones sobre Enric Monjo
Como hemos mencionado anteriormente la figura de Enric Monjo no ha merecido el suficiente reconocimiento por parte de la crítica de nuestro país, sobre todo en Catalunya, por diversas circunstancias, entre ellas, que su obra, al margen de la influencia del novecentismo, siguió la estela del clasicismo, alejada de las modas y tendencias del momento. Por otro lado, su acercamiento al antiguo régimen no le hizo ningún favor, ya que formó parte del Servicio de Recuperación Artística de la milicia nacional, además de esculpir el busto del dictador y que dedicó una gran parte de tiempo a producir esculturas de tipo religioso.
Finalmente, varios de sus discípulos, caso de Josep Maria Subirachs, no guardaron un grato recuerdo de él, principalmente por su agrio carácter que, según Ana Maria Ferrin, en su libro Gaudi y más, "Subirachs me habló de pasada sobre el citado escultor -Monjo-, describiéndolo como un hombre con modales distantes que se paseaba con altivez entre los trabajadores (...) y un mal humor constante". También en el mismo libro aparece un comentario de otro destacado escultor catalán Francesc Torres Monsó: "entre otras muchas cosas era un déspota".
Por todo ello, Enric Monjo no ha contado con la complicidad necesaria para que ocupe un lugar prominente en los libros de Historia del Arte, pero nosotros debemos dejar al margen estas consideraciones personales y centrarnos en su valía como escultor, aunque sin llegar a la exageración del periodista e historiador del arte francés Maximilien Gauthier, que menospreciaba el arte contemporáneo -a Picasso lo veía como un falsificador de las leyes ortodoxas de la perspectiva y que "se arroga el derecho de crear a su capricho las leyes inmutables de la realidad". Para él, el arte de Monjo "está falto de manierismo, es un arte vivido a nivel humano del que emana ciertamente un medio para alcanzar cimas".