No me considero un cinéfilo y tampoco me jacto de tener un conocimiento considerable sobre la historia del cine; sin embargo, como a la mayoría de las personas, a mí me fascina regocijarme de vez en cuando con una buena película.

A diferencia de la mayoría de los espectadores quizá, yo pongo bastante atención a la música que se utiliza en la banda sonora y de eso se tratará este post. Viendo algunas películas de décadas pasadas y analizando con atención las de últimos años, he notado que la evolución de la música incidental está dirigiéndose a un alejamiento de la música orquestal, tan fuerte y tan presente en los inicios del cine.
Hace unos meses que comencé a pensar al respecto. Al principio me pareció algo muy preocupante por la siguiente razón:
Muchas personas solo tienen contacto con música instrumental a través del cine. Las películas pudiesen funcionar como puentes entre algo que el público general conoce y la música orquestal, lo cual los dejaría a un paso de la música clásica de concierto. Es decir, la gente podría “conocer” música académica gracias a las películas que miraran y entonces podríamos considerar que tal tipo de música se encuentra dentro de su entorno cultural, o dentro de sus conocimientos. Tal vez esto pasaba décadas antes; aún si no ponían atención a la música en sí, había algo que entraba en el acervo cultural del público general. Sobre todo cuando grandes compositores de música clásica eran los encargados de generar las partituras utilizadas en los filmes. Ahora, que hoy en día, hasta un intérprete de rock pueda ganar el Óscar a “Mejor partitura original” me hizo pensar: “Esto es una desgracia para el público y para la música de concierto, ya que están robando uno de los pocos nexos que tienen en común”.
De hecho, también hay que hacer notar que hasta la fecha, existen muchos sentimientos o ambientes que solo la música orquestal puede brindarle a los filmes. Pero no sé si ustedes lectores compartan mi observación: la carga de música orquestal está disminuyendo. Además, mucha “música” orquestal en las películas de la actualidad son simplemente sonidos recreados sintéticamente imitando efectos sonoros obvios a ciertas circunstancias, como las cuerdas disonantes que van subiendo de tono e intensidad para marcar el suspenso. Otro ejemplo: basta una súbita nota con varios instrumentos en fortississisisisisisisimo para hacer brincar al espectador en las películas de terror de hoy; de hecho uno da el salto por el sonido, no por la escena… pero eso es otro tema.
Haciendo a un lado la simpleza sonora en la que se ha convertido la orquesta dentro de mucha música incidental, lo que quiero hacer notar es la utilización de música popular u otros “géneros” dentro de este medio. En muchas películas (cortometrajes, anuncios televisivos y series de televisión, también hay que incluir) de hoy, cuando vemos una escena de tristeza, ya es más común acoplarle una cancioncita triste de pop (o de otro género popular) que componerle un conmovedor adagio. La verdad, esto parece funcionar de manera excelente, el público se conmueve más. Y las canciones de rock inundando los trailers de películas “épicas” o de acción, las canciones poperas de moda en las comedias, las canciones cursis en las películas de romance, etcétera, también son ejemplos del desplazamiento de la orquesta por canciones.
Esta evolución tiene sentido, sobre todo si consideramos que la música incidental tiene que tocar al público actual. Es decir, el público tiene que sentirse identificado y por lo tanto se debe usar “música” que sea adecuada a la carga cultural del individuo o bien “música” que se conecte con el público de hoy. Críticos como Greg Sandow se han quejado de esta pérdida de conexión de la música académica con el público de hoy y ese es el principal punto a tratar cuando se discute la crisis de la música clásica.
Considerando este factor de “conexión” entre el público y su entorno que tiene que cumplir la música podemos ver entonces, una prueba más de la pérdida del gusto por la música clásica a lo largo del siglo veinte. En los años 30 o 40 del siglo XX la carga musical en las películas era tan importante que hoy podemos escucharla con respeto en un concierto como cualquier otra obra de música académica. Lo que sorprende es darse cuenta que las personas veían las películas con esta música, porque esta música se “conectaba” con el público de esas épocas. Ahora ya no es así, la música orquestal no se conecta con la vida actual del público, porque en la vida cotidiana no hay música clásica que rodee a las personas.
Este tema lo continuaré en otro post.