Además de un fenomenal actor, de ser unas de las presencias fundamentales de la historia del cine, el gran Robert Mitchum, tipo duro donde los haya, con una apreciable vena cómica que el cine no terminó de explotar del todo, también era un consumado intérprete de calypsos tropicales, una de las músicas playeras por excelencia y al mismo tiempo máquina equiparable, en cuanto a nivel de provocación de odios enconados, a la tuna o el reggaeton. Pero ahí estaba Mitchum, con varios discos grabados a sus espaldas, con sus camisas hawaianas, sus pantalones cortos, sus maracas y sus collares de flores, marcándose este Coconut water dando saltitos y meneando la cintura por la playa…