Hard Times, el temazo de Curtis Mayfield en versión de Baby Huey & The Baby Sitters, abre esta insólita combinación de thriller de atracos, drama personal, comedia dramática, sátira y autoparodia en la que el tantas veces justamente vilipendiado ¿actor? belga Jean-Claude Van Damme se descubre como lo que nunca antes había sido: un actor. El musculado (esta vez sí) intérprete se encarna a sí mismo en una entretenida y falsa no ficción, en la que ironiza sobre su vida y su carrera cinematográfica, convirtiéndose en un personaje real que se encuentra en una situación límite, con unas consecuencias imprevisibles (un asalto con rehenes a una oficina de correos), al mismo tiempo que su carrera se hunde (el papel que espera cae en manos de Steven Seagal) y su familia de desmorona (recién divorciado, se encuentra en pleno juicio por la custodia de su hija en un tribunal de California). En este contexto, el superhéroe de acción se ve reducido a las dimensiones del hombre corriente aquejado de miedos, contradicciones y esperanzas, y consumido por la decepción que sobreviene al comprender que las conquistas externas, el dinero o la fama, no son tan valiosas comparadas con la pérdida de uno mismo. El sentido monólogo que interrumpe la acción y durante el que Van Damme, mirando directamente a cámara, se dirige al público para desnudarse emocionalmente ante él no es solo la mejor, por única, interpretación de toda su carrera, sino que deslumbra al ser capaz de hablar de sí mismo peor de lo que lo haya hecho cualquier crítica anterior, revelándose personalmente y como actor a una altura humana y profesional insospechada hasta entonces.