Para Raúl Ariza, escritor elefantiásico, porque sabemos que esta película le llega.
Uno de los muchos aciertos de La flaqueza del bolchevique, dirigida en 2003 por Manuel Martín Cuenca, estupenda adaptación de la novela de Lorenzo Silva, que también colabora en el guión, protagonizada por el omnipresente Luis Tosar y María Valverde, es adornar su banda sonora con tres temazos de Extremoduro: Standby, A fuego y Puta.
Lejos de ser un grupo de greñudos pelanas ruidosos, los extremeños combinan las armonías guitarreras con un lenguaje de una notable contundencia verbal inscrito en las coordenadas de un cáustico lirismo poético que hace que su música no sea el típico ‘ruido’ de rockeros sin duchar, sino que posee una inusitada y profunda sensibilidad que no evita que llamen a las cosas por su nombre. Su vena más artística puede comprobarse en la primera propina, Dulce introducción al caos, pedazo de tema con homenaje a Bach incluido; sus primeros tiempos como grupo outsider con un puntito gamberro quedan demostrados con la segunda propina: Extremaydura.