La televisión pública británica, la BBC, ejemplar modelo, entre otras cosas, de lo que deben ser las relaciones entre los medios de comunicación públicos con respecto a los gobiernos de turno con los que se relaciona, que no la financian, no la controlan y no marcan ni su agenda ni los contenidos políticos de sus informativos ni de sus entrevistas ni de sus programas de reportajes (al contrario de lo que sucede en España actualmente, y ha sucedido en el pasado, a excepción de las dos legislaturas anteriores), lo es también en cuanto a la programación cultural de su parrilla. Como en este caso, más de dos horas para la retransmisión en directo de un concierto desde el Royal Albert Hall de Londres en el que se unen cine y música con la recuperación de las bandas sonoras de algunas de las películas británicas más importantes de todos los tiempos (mientras la televisión pública española se centra en el fútbol, las series casposas, los programas de corazón con presentadoras bobas y la propaganda más tendenciosa y burda).
Toda una ocasión para el disfrute que se ofrece en versión original sin subtítulos (aunque con información suficiente para reconocer títulos, directores y compositores), y en la que lo más importante es la música y el recuerdo cinéfilo que destapa.