Hoy fue mi primera lluvia en mi nuevo hogar, en García… Sï, por fín, después de varios años en posesión legal de la casa, la habitamos. Fue bastante difícicl para mí dejar la vieja y dulce casa de Valle Verde; ahí nací, crecí, comí, dormí y viví cuánta cosa le pasa a un humano promedio, a un diablo y a un dios. Cómo no extrañarla…
Divagando como siempre mientras Ubuntu 11.10 se actualizaba y en la pantalla el gran anuario brillaba, veía, sentía y escuchaba a los rayos, mucho más potentes y cercanos de mis ojos y oídos, un poco más ajenos y mansos de mi mente… Recordaba a unas amigas, pensaba en los 80′s y en lo abandonado que tenía mi blog y la escritura en Internet. Pensaba en las ocasiones que había tenido de practicar el naturismo y mi fallido crudifreeganismo, cuando en eso la nostalgia otoñal me llamó a una de esas mini historias que tanto me vienen a la cabeza en la ducha, en la lluvia y el camión:
Buscando en las bellas Mitras
sentirme más conectado
mientras me redescubría
yo mi cuerpo desnudé;
así quiero el alma mía
y a mi mente sin descanso,
cuando llegó la llovizna
dije “yo aquí escribiré”.
Sentado en la roca fría
y entre árboles descanso
y cuando las gotas caían
hoja y lápiz me inventé:
Las gotitas de la brisa
a par con las de mis ojos,
mi mano ya temblorina
inspirado redacté
versos llenos de alegría
con nostalgia recubiertos
para una linda ninfa
y sexy, misteriosa sed
de mi espíritu. ¡Que embista
un rayo a este poeta!, muerto
que escribiendo cobra vida
con los cardos en los pies
de las faldas de las Mitras,
que lo reciben contento
a claros de fantasía,
porque él lo vió nacer.