Hace poco se ha celebrado en el mundo el Día del español, considerando que es la segunda lengua más hablada en todo el mundo, después del chino, pues es hablado y escrito por 500 millones de personas. Es un idioma que actualmente es hablado, no solo en España e Hispanoamérica, sino también en Estados Unidos, en Filipinas, y en algunos países africanos como Guinea Ecuatorial y Marruecos. Es importante señalar que su difusión ha equivalido también ha su engrandecimiento, pues a lo largo de la historia, a medida que el español se expande en uso, se enriquece en léxico, al tomar de cada lugar, lo mejor para expresarse.
A diferencia del latín, griego o hebreo, el español no es el idioma de un solo pueblo, sino que lo ha sido, curiosamente de muchos. Cuando los romanos conquistaron Hispania (de donde viene el nombre España) en el siglo III a.C., se encontraron no solo con los nativos iberos, sino con colonias fenicias y griegas. Pero cada comunidad hablaba su propia lengua, aunque es obvio que la convivencia permitía cierto intercambio cultural, y más aun porque el latín, el idioma imperial romano, se extendia en uso. Aunque ese latín, no era el latín culto o clásico de Virgilio y Cicerón, sino el vulgar de los soldados y mercenarios. Por eso razón, nuestro idioma tiene influencias de las lenguas ibéricas (García, Ochoa, izquierdo, chaparro), del griego (ángel, sinfonía, historia, Iberia, Iglesia) y del fenicio (Málaga, Cartagena, fenicio, barca, cítara).
Sin embargo, el latín se expandió en uso y se mezcló con las lenguas de esos otros pueblos, dando lugar a una variante del latín en Hispania, o sea a un dialecto del latín, hacia el siglo V d.C., justo cuando sucedía la caída del Imperio romano de Occidente. Es importante señalar, que un dialecto es diferente de un idioma, no porque sea hablado por un pueblo de menor importancia, como hoy se dice del náhuatl o el maya, sino que es una variante de un idioma. De cualquier forma, al haber sido un dialecto latino, hace considerar al español como lengua romance, junto al francés, portugués e italiano.
Los bárbaros del norte de Europa que se asentaron en el norte y centro de Hispania desde el 414 d.C. hasta 718, como los godos, suevos y alanos, eran pueblos germanos, que influyeron en la formación del idioma español durante la Edad Media. A ellos se les debe no solo la instauración de los reinos españoles medievales como León, Castilla y Aragón, sino un léxico importante relacionado con nombres y apellidos (Rodrigo, Rodríguez, Álvaro, Álvarez). Pero antes que estos bárbaros, llegaron judíos que habían sido expusados de Palestina en 70 d.C. durante la Diáspora. Obviamente no eran indoeuropeos, sino pueblos semitas que a pesar de estar en una tierra que igual los despreciaba, pudieron vivir en relativa paz, conviviendo con los cristianos hispanorromanos y mejorando el léxico religioso (sábado, judío, Jacob, aleluya, jubileo, serafín, rabino). Curiosamente el santo patrono de España, Santiago apóstol, tiene varias formas de expresarse en español y todas tienen su origen en el mismo personaje: Jacob, Jaime, Jacobo, Yago, Diego, Santiago.
En 711 apareció en Hispania otro pueblo semita: los árabes. Desde Arabia, los árabes consideraban conquistar al mundo conocido para expandir el Islam. Pero sólo lograron dominar por casi 700 años la parte sur de la península en el Califato de Córdoba. Mientras el norte cristiano se dividía en varios reinos, y que eventualmente se unieron en su lucha contra los musulmanes en la Guerra de Reconquista, esa lengua derivada del latín se enriqueció con el árabe (alacrán, alcohol, albañil, alboroto, Albacete, alberca). Sin embargo, el idioma que evolucionaba sin contacto árabe ya no tenía nada de dialecto latino, de esta manera, en el Reino de Castilla hacia el siglo IX destaca el dialecto castellano, durante el reinado de Alfonso X El Sabio, que permitió la aparición de una literatura que destacaría sobre la de los otros reinos españoles, sobre todo en obras como El Cantar del Mío Cid. Todavía no era un español como lo conocemos, solo era la lengua de los castellanos, que la guerra permitió su difusión en aquellos territorios, eclipsando a los demás dialecto hispanos, por lo que también se le llama castellano.
El año de 1492 implicó muchas cosas en lo que hoy es España, porque el Reino de Castilla afianzó su poder en la península luego de vencer y expulsar a los árabes de Granada, expulsó también a los judíos y fue partícipe del descubrimiento de América. Para ese año el castellano ya era más parecido al moderno español, que al de la época del Mio Cid, en el siglo XII. Esa evolución proseguiría durante los siguientes siglos, pero ya en el siglo XVI al tiempo que en el resto de Europa maduraban también otros idiomas como el inglés, alemán e italiano, apareció El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, escrito por Miguel de Cervantes, novela considerada como la mejor del idioma español.
Con la conquista de América, comenzó la difusión del español a escala mundial, así como su enriquecimiento, sobre todo al tomar palabras de conceptos y cosas que en Europa no existían, fuera del caribe (canoa, caimán, colibrí, llanura, maíz), del náhuatl (chocolate, cacahuate, ahuehuete, aguacate, México), del maya (huracán, Campeche, Yucatán), del guaraní (tapioca, tapir), etc.
El llamado Siglo de Oro de la literatura española lo fue con mucho, por que no solo destacó por la poesía o la novela, sino porque se difundió y enriqueció, mientras España vivía lo último de su esplendor como potencia mundial, entre los reinados de Carlos I y Carlos II (siglos XVI y XVII). Después de Don Quijote de Cervantes, el español floreció en figuras tan destacadas como Lope de Vega, fray Luis de León, san Juan de la Cruz, Francisco de Quevedo o santa Teresa de Ávila; y también "españoles americanos" como Sor Juana Inés de la Cruz y Juan Ruíz de Alarcón, entre muchos otros.
En 1714 el rey Felipe V aprobó la constitución de la Real Academia de la Lengua Española, con tal de normar y fomentar la unidad idiomática del español, tras la iniciativa, el año anterior, de Juan Manuel Fernández Pacheco. Posteriormente, las independencias de las antiguas colonias españolas en América, permitieron la institución de las Academias de la Lengua española de estos países, desde México hasta Argentina, inclusive la Filipina y la norteamericana, ante la creciente población hispanohablante en EUA.
La importancia del italiano en el campo artístico durante el Renacimiento, permitió la adopción de palabras italianas al vocabulario español o italianismos (piano, violín, flauta, violoncelo, grotesco, dantesco); la posterior importancia artística y filosófica de Francia en el siglo XVIII, así como la llegada al trono de la dinastía de los Borbón en España llevó galicismos (barricada, doncella, bulevar, mensaje, jardín), más tarde destacó Gran Bretaña a partir del XIX y Estados Unidos en el XX en lo político, cultural y científico hasta la actualidad, permitiendo la aparición de anglicismos (internet, chatear, bluyín, basquetbol). Aun hoy el español sigue evolucionando, no solo por la mezcla cn otros idiomas, sino por su historia misma, por eso alguien decía por ahí que "el italiano es una lengua para hablar con las mujeres, el francés para hablar con los hombres, pero el español es un idioma para hablar con Dios."
LOS COMENTARIOS (1)
publicado el 21 junio a las 17:36
les faltó el rumano, también es lengua romance en uso.
¡saludos!