26 de octubre de 2015: tercer cumpleaños de esta modesta bitácora que empezó como un desahogo, y que tres años después sigue siendo igual de modesta, pero ha acabado convertida en una auténtica necesidad para el que esto escribe. ¿Que si esperaba llegar al día de hoy? No sabría decir: por un lado, nada me hace tan feliz como compartir estas canciones con gente (que imagino) dispuesta a apreciarlas, o a reconocerlas en muchos casos como algo esencial también en sus vidas; por el otro, me reconozco poseedor de una genética familiar con poca predisposición para la constancia…
Sea como fuere, esto hay que celebrarlo. Son ya unas cuantas canciones, casi (parece mentira, pero nos vamos acercando mucho a esa cifra) quinientos textos con una frecuencia más o menos sostenida, y me apetece mucho conmemorarlo con un auténtico ejemplo de perseverancia y tenacidad, aún con todos los elementos en contra. Vale, no se trata sólo de eso: como muchos ya me habéis oído decir en varias ocasiones, Pulp es la banda de mi vida, y nadie resulta tan representativo como ellos para poner música a la motivación detrás de toda esta verborrea. Serán tres entradas, una por cada uno de los años del blog, y en cualquier caso trataré de evitar los capítulos más conocidos de la historia del grupo de Sheffield. Y sin más preámbulos, damos por concluida la parte de auto-bombo y felicitaciones, y seguimos las instrucciones que el propio Jarvis impartía en la gloriosa “Monday Morning“: “Stomach in, chest out… On your marks, get set… go!“
* * * *
Quizás lo suyo sea empezar por el principio. Parece mentira, tratándose de una banda que no alcanzó el éxito masivo hasta 1995, pero hablar del principio es retrotraernos a 1978. Vein-ti-trés años antes de “Different Class“, un chaval de quince años llamado Jarvis Branson Cocker fundaba una banda con el curioso nombre de Arabacus Pulp, dispuesto a emular a los héroes musicales de su adolescencia. Le acompañaban su amigo del colegio Peter Dalton, y dos colegas de este, David Lockwood y Mark Swift. En teoría, no eran más que unos adolescentes con mejores intenciones que canciones, aún a la búsqueda de su propio sonido, pero algo vería en ellos el prestigioso periodista y DJ John Peel cuando recibió una maqueta suya en 1981, porque les invitó a grabar una de sus famosas Peel Sessions. Aquello les convirtió, sin contar aún ni un sólo disco en el mercado, en algo así como los héroes de una escena local que andaba buscando a los nuevos The Human League, pero aún habrían de ocurrir muchas cosas (y transcurrir muchos años) antes de ser alcanzados por la gloria: en aquel momento lo ignoraban, pero la suya sería una carrera de fondo. Por el momento, aquel conato de éxito se quedó en amago, la mayoría de los miembros del grupo emprendió sus estudios universitarios, y el joven Jarvis vio como su sueño se desvanecía.
En 1982 tienen lugar algunos cambios: el grupo se redefine como sexteto, ahora o con la incorporación de Saskia (la propia hermana de Jarvis), Jill Taylor, David y -acabaría en The Mission- Simon Hinkler, Wayne Furniss, Peter Boam y Gary Wilson, y empieza a perfilarse la posibilidad de grabar un primer disco. Finalmente, y gracias al pequeño sello Red Rhino, al año siguiente se publicaría “It” , un título que con el tiempo adquiriría especial significación: de una parte, el sencillo uso del pronombre en sustitución del sustantivo, como si ya se adivinaran las intenciones de Jarvis de dedicar sus habilidades compositivas a escribir sobre aquello de lo que -a priori- no se debería hablar; de otra la alusión al púlpito desde el cual el genial compositor juega a sermonearnos. En lo sonoro, se trata de un disco bastante menos aguerrido de lo que el grupo había mostrado ante Peel, y de hecho su fracaso comercial propiciaría una segunda desbandada entre los miembros del grupo, pero aún así la escucha vale la pena. Aunque sea tan sólo por el placer de descubrir la maravillosa canción que da nombre a esta entrada.
“My Lighthouse” no es sólo el primer sencillo lanzado por el grupo, sino probablemente uno de los mejores de todos los que editaría durante aquella larga travesía en el desierto que habría de durar hasta 1991. Lo cierto es que, como comentaba, el tema está en las antípodas sonoras del exuberante sonido disco-pop con el que muchos descubrimos a los Sheffield, y más bien se trata de una sencilla balada acústica, una hermosa y romántica pieza sobre la que parece correr una ligera brisa de inocencia, y en la que muchos no han titubeado en señalar la influencia de Leonard Cohen. No sé si tengo demasiado claro lo del influjo del canadiense, pero sí que por lo visto es seguro que el origen del tema está en unas improvisaciones de Simon Hinkler sobre el mástil de su guitarra, mientras Jarvis se dedicaba a canturrear improvisados versos por encima. Por lo que se ve, el espigado líder de Pulp (no lo dije antes, pero afortunadamente a esas alturas ya se habían desprendido del “Arabacus”) tenía en aquel momento muy fresco el visionado de la película “Diva” de un tal Jean-Jacques Beineix, una cinta protagonizada por un personaje que vive en un faro, y que a un joven impresionable como él le pareció el colmo de la sofisticación. Visto con perspectiva, puede que la idea de pretender conferir un aura romántica a un faro no sea precisamente la mejor del mundo, pero en cualquier caso sirvió para que el joven Cocker diera una primera muestra irrefutable de su talento como compositor, y de paso apuntara que sus habilidades como cantante iban mucho más allá de un estéril ejercicio de imitación de Cohen. Los días de gloria aún estaban demasiado lejos como para poder ser vislumbrados, pero el tiempo acabaría por ser doblegado, y pondría a los británicos en el lugar que la historia les reservaba…
“Come up to my lighthouse for I have something I wish to say
It can wait for a moment, well in fact it can wait all day
I just wanted to bring you up here so you could have the chance to see
the beauty of this situation that you could share with me
It may seem strange to talk of love and then lighthouses
It’s not strange to me – hey-ey-ey-ey
All alone, you and I in our high tower
That’s the way to be – hey-ey-ey-ey
Some laugh at my lighthouse they say that it’s just an ivory tower
But I don’t mind because I know their envy grows by the hour
See I have a purpose up here to guide the ships upon their way
All this is mine; it could be yours too, what do you say?
It may seem strange to talk of love and then lighthouses
It’s not strange to me – hey-ey-ey-ey
All alone, you and I in our high tower
That’s the way to be
Hey-ey-ey-ey, hey-ey-ey-ey, hey-ey-ey“