Fue Apache en La Bombonera y Carlinhos en el Pacaembú. A partir de su arribo a Upton Park se convirtió en Sir Charles. Logró ser ídolo en Brasil e Inglaterra, una empresa casi imposible para un jugador argentino. Carlos Tevez fue figura y emblema en todos los equipos en los que jugó (a excepción del Manchester United, en donde también sobresalió pero no fue muy tenido en cuenta por Alex Ferguson).
Ganó todo en Boca y conquistó el Brasileirao con el Corinthians. Fue clave en la permanencia del West Ham en la Premier League. Volvió a engrosar su palmarés en el Manchester United, en el que a pesar de no ser un indiscutido fue muy importante marcando goles decisivos en momentos calientes, tanto en Champions como en Liga. Después del ninguneo de Ferguson cruzó de vereda y se convirtió en héroe en el Manchester City. En su segunda temporada como Citizen (la actual) alcanzó el grado de divinidad para una hinchada que sueña con romper la hegemonía de su clásico rival y del Chelsea de la mano del Apache.
Tevez (quien el último fin de semana con las dos dianas al Blackpool se convirtió en el máximo goleador sudamericano de la historia en la Premier con 56 goles) es el único punta definido en la estructura del equipo de Roberto Mancini. El City, en lo que va del campeonato, no ha jugado de acuerdo a lo que sus nombres podrían hacerlo, en gran parte por la racana táctica y estrategia del entrenador italiano. Y cuando las cosas más se complican para los Sky Blue aparece el Apache en todo su esplendor para desnivelar en favor de su equipo. En ocho partidos de Premier el argentino marcó siete goles, varios de ellos para ganar partidos muy importantes como ante el Chelsea.
De a poco Tevez parece estar recuperando algunos de las cualidades que tenía cuando desplegaba su habilidad por estos lares. Su explosividad es vital para un City al que le falta punch sin el Apache. Pleno fisicamente resulta letal para las defensas rivales. El argentino no solo es fundamental en lo futbolístico, sino también en lo anímico: es el capitán de un equipo con varios jugadores jovenes y además, a través de su juego y su actitud, contagia a sus compañeros.
El presente de Tevez, salvando las distancias, es comparable con la etapa de Diego Maradona en Nápoli. Mancini lo dijo: “Ojalá Tevez sea mi Maradona”. El Apache, al igual que el Diez en el Azzurri, es el símbolo del equipo, el capitán, el mejor jugador y el diferente. Si no le generan chances él solo se las genera, además que el planteo del equipo está armado para que sobresalga la figura del delantero argentino. La historia de Maradona en Nápoli terminó con el Diego levantando dos Scudettos, una Copa de Italia, una Supercopa de Italia y la Copa Uefa. ¿Cómo terminará la historia del Apache en el City? ¿Repetirá la hazaña del Diez?