Revista Opinión

Nacionalismo ante el espejo

Publicado el 16 mayo 2018 por Vigilis @vigilis
Gracias al nuevo presidente regional catalán creo que ya estamos en disposición de despegar la pegatina de la palabra "cultura" y dejar que airee la palabra "raza" que eufemísticamente ocultaba pues el origen de todo nacionalismo fragmentario de España es deudor de una época anterior a Auschwitz en la que el nacionalismo era una cuestión racial.
Caído el maquillaje cabe preguntarnos qué está fallando para que un señor que habla de "raza superior" ostente un cargo público de tanta importancia. No me refiero al dudoso voto del parlamento catalán (gente fugada de la justicia que vota a distancia) ni a los geológicos tiempos que maneja el inquilino de la Moncloa sino a algo más complicado que surge del fango mental que inunda a una porción nada despreciable de nuestra sociedad.
El problema del nacionalismo fragmentario desborda el ámbito de lo político como hemos visto en el golpe de estado de septiembre-octubre de 2017 y en los muertos que dejan sus bandas terroristas. Con esto quiero decir que no se trata de un problema exclusivamente político como el que puede darse con la descentralización de los impuestos o el nivel de integración europea. Estos son asuntos políticos que pueden suscitar encendidos debates entre posiciones opuestas (bueno, en lo de Europa en realidad no existe de momento posición opuesta al consenso). El nacionalismo racista nos presenta un asunto metapolítico pues no plantea un tema dentro del ámbito de lo posible sino que pretende volcar la mesa.
La incompatibilidad de las bases últimas de lo que conforma un estado en nuestra época y lugar con los objetivos del nacionalismo racista es total. El nacionalismo racista del que hace gala el presidente de la Generalidad catalana o la vieja presidenta del parlamento regional catalán (quien pidió a la líder de la oposición democrática que "volviera" a Cádiz, pidió disculpas y ahora nuevamente le ha pedido que se vaya) no tiene lugar en nuestro modo y costumbre política. Por decirlo suave pero nítidamente, esto no es asunto de ningún parlamento ni comisión sino de la Guardia Civil (ojo, no de la Policía Nacional pues aquí se trata de la defensa de la soberanía y de la integridad territorial).
Más allá del punto de vista del orden público (asunto sobre el que no tengo mucho que añadir igual que no comento los dispositivos antiterroristas o las operaciones antidroga) está lo que decía del fango mental.
Nos lo hemos buscado y lo seguimos buscando.
Pongo un ejemplo. Don Antonio Sánchez Moguel fue un arqueólogo e historiador asidonense que a su ingreso en la Real Academia de Historia (1888) dedicó su discurso a destruir la base teórica del regionalismo (el nacionalismo fragmentario de la época). Tiene varias obras publicadas y algunos descubrimientos de relativa importancia. Como curiosidad diré que dirigió la tesis de Unamuno. Bien, este señor cuenta en toda España con una calle en Medina-Sidonia (claro, asidonense como fue). Por otro lado es trabajo inútil contar las cincuentenas de calles, plazas, institutos, fundaciones, premios y certámenes que tienen los Castelao, Prat de la Riba, Arana, etc (por mencionar nombres conocidos, que perfectamente nos podemos ir a los Murguía, Cuevillas y Vilar Ponte que son personajes profundamente mediocres pero tratados como próceres y padres de la patria, etc).

Nacionalismo ante el espejo

Baila esto.

Esto que denuncio no es el resultado de ninguna conspiración hermética por parte de logias ocultas sino de la absoluta dejadez y haraganería de quienes se supone que nos tienen que defender. Se dejó hacer y por el camino aguantamos bromas. Cerrados círculos del mundo de la "defensa de la cultura" (es decir, de la defensa de la raza) pasaron a controlar todo lo que tiene que ver con la historia regional, la literatura de las lenguas cooficiales e incluso llegando a cambiar la toponimia y los políticos (¡incluso los que dicen estar en contra de esto!) diciendo amén porque claro, es costoso ser el aguafiestas que dice que los del terruño no están tocados por la mano de Dios.

Véase por ejemplo la historia canónica y oficial de Galicia que yo estudié y que siguen nuevos niños estudiando en el colegio. Casi 30 años de gobierno del PP aquí en Galicia y continúa el meme de la "doma y castración", a noite da Frouxeira, los siglos oscuros y ese nuevo amanecer de esperanza nacional que fue el Resurgimiento. ¡Ay del que se salga de estas líneas esbozadas por Murguía y popularizadas por Castelao!
Curiosa paradoja la que se produce con el PP y con el franquismo: dejan hacer. Es como si ignoraran el poder que otorga la conformación del sustrato político. Y menciono el franquismo pues tras los años del hambre, a comienzos de los cincuenta, los que estaban antes creando el espíritu de la raza retomaron la labor (ciertamente estuvo prohibida su actividad política pero no así la editorial ni académica). ¿Es esto consecuencia de la dejadez del conservadurismo hacia la academia, una dejadez que quizá tenga su origen en el desprecio a la Enciclopedia? No lo sé pero dejo esto apuntado como línea de investigación.
Pues bien, en esta historia canónica que sobre todo se da en clases de lengua gallega y que supongo ocurre lo mismo en otras regiones donde ya puedes llamar a tu hijo "Pureza racial" o "Adolf" hay un detalle ejemplar de esto que identifico con un problema prepolítico. Al hablar de los autores del Resurgimiento jamás se mencionan autores que se oponían políticamente a estos. Simplemente no existen. Claro, esta damnatio memoriae es necesaria porque si no el relato se cae. Tuvieron que pasar muchos años para que yo llegara por ejemplo a Leopoldo Pedreira que tiene obras donde pone a parir a sus contemporáneos (Pondal, etc. por cierto, todos se conocían entre ellos). Pero uno pasa por la enseñanza asumiendo un relato que piensa que es verdadero porque está en el colegio y años después ese relato conforma un sustrato. No me refiero a la fabricación de nacionalistas en el colegio, es algo más sutil. Es una convicción al margen de la política. Es algo sociológico. La convicción de que existen lugares mentales comunes.

Nacionalismo ante el espejo

Mapa etnográfico de Europa (1855).

Y tan lenta como inexorablemente aumenta el nivel de fango.
Los lugares mentales comunes crean lazos invisibles de lealtad. Hasta el tipo más antinacionalista, en caso de carecer de cierta defensa intelectual, asumirá como propios paisajes mentales* que responden al objetivo nacionalista (el objetivo final es la fragmentación de España y, si les dejamos, Auschwitz). Vuelvo a preguntar viendo quién es responsable político de la educación en Galicia: ¿desprecio antienciclopedista o acción enemiga? La respuesta no es sencilla pues las señales contradictorias que emite el PP gallego son numerosas.
*Un ejemplo de paisaje mental es cuando una periodista "no nacionalista" echa en cara a un candidato en unas elecciones generales que su partido no tenga propuestas "para Galicia" cuando ese partido llevaba en su programa propuestas sobre empleo, autónomos, pensiones, educación, etc. Claro, no mencionaba expresamente a Galicia y le tuvo que echar la bronca. El candidato, por cierto, espero que esté picando coltan en el Congo.
Podría aclarar que no se trata aquí de que un relato gane a otro pues los relatos no tienen que ganar sino enfrentarse (en general yo no soy amigo de censurar la imbecilidad ya que ésta puede tener una sana función antibiótica).
Nacionalismo Comparado
Regresando al asunto del racismo que encontramos en el origen de todos los nacionalismos fragmentarios de España y que, olvidado Auschwitz, parece que no pasa nada por que se vuelva a poner de moda (el presidente de una comunidad autónoma habla con insistencia de una "raza superior", esto hay que denunciarlo constantemente hasta lograr el ostracismo de ese personaje), hay algo que está poco estudiado y que llamaré Nacionalismo Comparado.
Para los racistas el enemigo siempre es España, el español y el traidor interno por "aliarse con España" (estos son siempre los primeros que matan cuando les dejan. Yo ya sé que lo llevo claro). Sin embargo nunca se les confronta con la óptica de otro nacionalismo separatista. Cuando en el nacionalismo gallego se sustituye el enemigo castellano por el español (años 1920), ahí el enemigo español de rasgos semitas, bereberes y africanos está incluyendo a los catalanes. El nacionalismo catalán por su parte, detecta rasgos semitas y africanos más allá del Ebro, es decir, incluye a Galicia.

Nacionalismo ante espejo

Razas europea y africana según el nacionalismo gallego (por ejemplo, Murguía).


Nacionalismo ante espejo

Razas africana y europea según el nacionalismo catalán (por ejemplo, Gener).


¿En qué quedamos?
Por cierto, en estas distinciones raciales (siempre la contraposición África-Europa, semita-ario o nórdico) llega a haber una que tampoco contarán en la escuela a los niños gallegos pero que me llama la atención porque da la medida de lo reventados de la cabeza que estaban los padres de la patria: la distinción que hace Vicente Risco de los pueblos según el desayuno que toman. Dice Risco en Leria que los pueblos que desayunan café con leche son decadentes y los que desayunan "cualquier cosa" tienen toda la vida por delante. Vicente Risco, al que le perdonan su germanofilia de los simpáticos años 30 y 40 porque al fin y al cabo fue un "fornecedor da cultura galega" y eso ya da bula para tomarte el té con el carnicero de Buchenwald.
Dentro del Nacionalismo Comparado hasta podemos confrontar a diferentes autores que juegan en el mismo equipo. Para Vilar Ponte por ejemplo, las gallegas son rubias pero para Alfredo Brañas son morenas (eso sí, para los dos son de raza celta-germana).
Sacar a la luz estas cosas tiene un contrargumento muy fácil que puedo adelantar: el presentismo de denunciar un racismo que antes de Auschwitz no estaba mal considerado. Sí, conozco ese argumento. El problema es que es falso. Ya en aquella época el etnicismo era denunciado. Por ejemplo, Sánchez Moguel se reía de la capacidad de Murguía de distinguir razas mirando a los ojos (Murguía defendía que dentro de Galicia existían dos razas de gallegos, la celta y la romana).
¿Por qué repasar los textos y autores clásicos del nacionalismo en todo su esplendor? 
En primer lugar por aquello de disponer de herramientas intelectuales para la autodefensa: "tú ídolo que crees de oro en realidad es de barro". En segundo lugar porque es la base del sustrato actual: hoy en los medios nacionalistas esa historia inventada de Galicia es la que se sigue reproduciendo. En tercer lugar porque el mundo de la verdad es mejor que el de la mentira: ocultar lo que no nos gusta o no se pliega a nuestro relato cuando paseamos por la historia es caminar con un ojo tapado. Y por último, relacionado con el anterior punto, porque solo con la verdad que produce la contraposición de argumentos e ideas podemos ser libres para elegir lo que nos conviene.

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