Revista Cultura y Ocio

Nada en común

Publicado el 26 enero 2016 por Molinos @molinos1282
Nada en comúnSé que no me leéis, sé que no me escucháis, sé que decís "qué graciosa, escribe" o "qué de tiempo libre tienes que puedes dedicarlo a escribir", y sé que no leeréis esto, pero no importa. 
Tengo una teoría sobre los amigos. Para mí los hay de dos clases, los que te haces porque te los encuentras y durante un tiempo compartes algo, y los que eliges tener y mantener a pesar de no compartir (casi) nada. Sé que estas categorías son confusas y pueden mezclarse pero, al final, la vida actúa como un cedazo y sólo quedan los amigos de verdad. Las otras amistades, los amigos circunstanciales aunque parezcan eternos, tardarán más o menos tiempo, pero al final se descompondrán en partículas tan pequeñas que se perderán por la rejilla de las circunstancias de la vida; en este caso de la mía. 
A los 42 años nos ha llegado ese momento o me ha llegado a mí. Ya no tenemos nada en común y lo que compartíamos se ha hecho tan minúsculo, se ha convertido en un polvo tan fino, que no me sirve para mantenernos juntas. Sólo compartimos un pasado remoto que ni siquiera elegimos nosotras, de clases, uniformes, monjas y profesores. Anécdotas que nos hemos contado y recontado mil veces, que nos han hecho reír hasta llorar pero que hemos desgastado hasta el tuétano. 
Seamos sinceras. Si no existiera whatsapp hace tiempo que nos hubiéramos perdido la pista completamente. Las niñas que fuimos compartían colegio, rutinas, preocupaciones, cambios hormonales, opiniones e ideas que ni siquiera eran propias, sino del grupo. Las mujeres que somos no compartimos nada; ni espacio físico, ni rutina, ni opiniones y, lo que es peor o para mí lo es y me ha llevado a dar este paso: no compartimos inquietudes ni intereses. De hecho, hemos tensado tanto la cuerda que sé que mis inquietudes os parecen ciencia ficción o directamente locuras, y yo ni siquiera creo que vosotras tengáis inquietudes. 
No, lo peor no es eso. Lo peor es que nos juzgamos mutuamente. Nada de lo que yo hago, digo o pienso os parece bien y, a mí, casi cualquier cosa que hacéis, decís o pensáis me saca de mis casillas. 
Esto no tiene sentido. Me siento como si hubiéramos tomado caminos opuestos desde un mismo cruce. Vosotras vais en una dirección y yo en otra. Nos gritamos cosas para no perdernos de vista pero cuanto más nos gritamos para no perder el contacto, más nos alejamos y más nos encabronamos. 
"No pasa nada". 
Sí, sí pasa. A mí si me pasa. No quiero seguir gritando ni encabronándome. Se lo debo a la niña que fui y a sus recuerdos; a las niñas que fuimos y a lo que compartimos. 
“Da igual. No te lo tomes así. Cada una aporta algo”.
No, no da igual. No sé tomarmelo de otra manera y no es verdad que nos aportemos. Solo nos restamos. 
¿Qué sentido tiene? Ninguno. Dejemos de fingir. 
Hoy es el día en que dejo de mirar en vuestra dirección, dejo de gritar, dejo de juzgar y de sentirme juzgada. El otro día me hubiera hecho falta un icono de portazo en el whatsapp; hoy ya solo digo "Os deseo lo mejor. Hasta la vista". 


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