Nada es lo que parece, y nadie es quien aparenta.
Caminas por la calle y ves a una mujer; te detienes, la observas: probablemente no es rubia de verdad, seguramente no tiene las pestañas tan largas, ni las uñas tan perfectas, ni los labios tan definidos, ni los pómulos tan marcados. Ves a una mujer y está oculta bajo una máscara, escondida dentro de una armadura de credulidad y falsa seguridad, buscando un poco de amor propio en extensiones e inyecciones. La ves y ella, ya no es ella.Si observas a los jóvenes pasar apenas los puedes diferenciar. Hablan, ríen, andan y nadie tiene su propia identidad. Y visten así porque imitan a sus ídolos, y los idolatran porque los demás lo hacen y sienten que así encajan en esta gran broma a la que llamamos sociedad.Los observas y todos son uno, y uno es todos. Al final, nadie es quien dice ser en realidad, pero qué más da, todos quieren ser uno más.
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