Revista Cultura y Ocio

Nada me has dado y todo te lo debo (Día internacional de la mujer)

Por Dean

Nada me has dado y para ti mi vida
deshoja su rosal de desconsuelo,
porque ves estas cosas que yo miro,
las mismas tierras y los mismos cielos,
porque la red de nervios y de venas
que sostiene tu ser y tu belleza
se debe estremecer al beso puro
del sol, del mismo sol que a mí me besa.
Mujer, nada me has dado y sin embargo
a través de tu ser siento las cosas:
estoy alegre de mirar la tierra
en que tu corazón tiembla y reposa.
Me limitan en vano mis sentidos
-dulces flores que se abren en el viento-
porque adivino el pájaro que pasa
y que mojó de azul tu sentimiento.
Y sin embargo no me has dado nada,
no se florecen para mí tus años,
la cascada de cobre de tu risa
no apagará la sed de mis rebaños.
Hostia que no probó tu boca fina,
amador del amado que te llame,
saldré al camino con mi amor al brazo
como un vaso de miel para el que ames.
Ya ves, noche estrellada, canto y copa
en que bebes el agua que yo bebo,
vivo en tu vida, vives en mi vida,
nada me has dado y todo te lo debo. 
(Pablo Neruda)
Hoy quiero celebrar este día con todas esas mujeres que no conozco pero que merecen un lugar que hasta hoy no se les ha dado, que en sus hogares, en sus ciudades, en sus países han sido discriminadas, olvidadas, ignoradas. Levanto mi copa y brindo por todas esas mujeres a quienes los hombres no hemos valorado lo suficiente, a quienes no hemos amado lo suficiente, y a quienes les hemos dado tantas cosas que no han sido suficientes porque han sido segundos, terceros o cuartos lugares los que les hemos asignado. 
Pido perdón por siglos, milenios de machismo, por esos libros que sirven de guía espiritual a muchos hombres ya que encarnan el machismo, palabras como biblia,  torá,  corán, que han denigrado en sus páginas a la mujer a través de la historia y que hoy son la fuente de inspiración de millones y millones de hombres y mujeres en el mundo, porque también hay muchas mujeres que han permitido que sucediera, con la sumisión, con la complicidad, con la apatía. Y por último brindo por todas esas mujeres y esos pocos hombres que han luchado y siguen luchando para que la mujer tenga el sitio que debe tener en nuestra sociedad.

 


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