Nada que hacer

Siempre me han resultado envidiables las personas que son capaces de estar un día sin hacer nada, pero nada. Soy capaz de estar un domingo en el sofá viendo pelis o leyendo, hasta ahí llego… pero no, todo el día no . Siempre se me ocurre algo que hacer. Lo que sea. Y mira que me lo propongo: lo planeo. Organizo. Si, soy organizada hasta para no hacer nada. Me gusta, a ser posible, saber qué es lo que tengo que hacer durante el día.

Claro que puede que sea algo de la edad, porque la es verdad que cuando era mucho (pero mucho) más joven me podía pasar días enteros pensando en las musarañas (que ahora mismo voy al google a ver que son las musarañas esas).

Pero oye, que no, que ahora no. Que si me pongo a limpiar, que si arreglo un armario, vamos que siempre acabas tramando algo; y me lio y acabo el día de “no hacer nada” más cansada y planificando cuándo será mi próximo día de “!!!!no hacer nada!!!!!”.

Es que ni con gripe y fiebre alta soy capaz de estarme quieta. AY! Aquellas gripes de antes, que dormías y sudabas durante dos días sin nada más en la cabeza.

Es que no, que no puedo.

Pues eso, que hoy es un día de esos que pienso estar de relax y como no se me ocurría nada que hacer (está todo limpio y organizado) pues me he puesto a escribir. Pero… uy si tengo ropa que planchar, quiero cambiar las cortinas o sesa que tengo que medir y mirar catálogos…. Nada, os dejo, que tengo muchas cosas que hacer.