Revista Opinión

Nada que negociar

Publicado el 13 noviembre 2014 por Vigilis @vigilis
Hay que negociar, dicen tocando campanillas cuando cae la noche las gentes con el rostro cubierto a la puerta de los lazaretos. Debatamos, se escucha en los sótanos el día de la matanza del gorrino. Es la hora de la política, afirman quienes finalmente se revelan como herederos de Lindberg y Chamberlain.
Nada que negociar
Parece que el debate se plantea como un fin en sí mismo y no como un medio para alcanzar un fin. No veo que se haga hincapié en la posición de la que parten las partes que supuestamente deben negociar. Así que pareciera que esta es una cuestión más próxima a darle una piruleta a un niño que a una negociación. Cuando dos posiciones en un debate no comparten ningún terreno en común apelar al debate no significa nada, es lo mismo que no decir nada. Si unas personas no quieren que exista un país y otras afirman la existencia de ese país, no hay ningún terreno de juego en común en el que ambas partes puedan ceder. Entonces ¿de qué estamos hablando? De la desaparición de la idea de soberanía nacional, no, desde luego. Debe de tratarse de otra cosa. Pero si se trata de otra cosa (¿un cupo? ¿un privilegio o excepción en la Hacienda?), que lo digan.
Mucho se ha hablado del referendum ilegal que pese a ser ilegal se ha llevado a cabo igual. En el ultrajoso y lamentable día de autos, que se incorporará a la funesta historia del odio contra la civilización occidental, se dieron algunos hechos que merece la pena comentar. Por ejemplo, tenemos el ejemplo de ciertas personas que se negaron a dar las llaves de un colegio para que allí los independentistas montaran su fiesta privada. ¿A que nadie puede denunciar que alguien haya negado la organización de esa fiesta privada en instalaciones públicas? Y si negar la formación en ese lugar de ese colegio electoral de mentira no es delito, ¿hacerlo en otras partes es legal? No, claro que no. ¿Dónde están los permisos para el uso privado de instalaciones públicas? ¿En qué presupuestos aparecen los gastos públicos efectuados en esa jornada? En ninguna parte. Más allá de la interpretación política, estamos ante un caso de piratería. Ante un vulgar robo. Se pinte como se pinte.
Problema: hay mucha gente que acepta este robo. Y como la gente entiende la palabra democracia como le sale del orto, cuando muchos aceptan un robo, ese robo deja de ser robo. Pero otros sabemos que sigue siendo un robo. Es decir, la visión del objeto cambia según el punto de vista del observador. Y esto es terrible porque nos aboca al relativismo, a carecer de la seguridad de una respuesta. Esto nos aleja del universo físico con sus leyes, sus mediciones y sus pruebas empíricas. Todo depende del punto de vista del personal. El horror.

Nada que negociar

Un demócrata.

Otra cosa a comentar es que desde el gobierno, sabiendo que el Constitucional prohibió no una sino dos veces el referendum ilegal, se "valore la jornada". Minipunto para los que bailan como indios alrededor de las hogueras. Quienes no somos gobierno sí podemos valorar la jornada, sí podemos mirar los datos de ese referendum ilegal en el que cualquier fulano votaba varias veces, en el que el censo estaba hecho con un generador de nombres aleatorios y en el que podían votar personas que en ninguna otra consulta podrían votar. La cantidad de 1,8 millones de supuestos votos independentistas aparece una y otra vez. Exactamente el número de votantes que tienen los partidos independentistas. Conociendo que a los chavales les va la marcha y que votaron neoespañoles deseosos de seguir las modas, incluso podemos convenir que votaron por la independencia algo menos de los votantes habituales de los partidos independentistas. ¿Fracaso del independentismo? No: ellos lograron hacer su referendum ilegal pese a ser ilegal. ¿Entonces acaso se trata de un triunfo? Por la parte de organizarlo sí se trata de un triunfo, pero por los resultados lo dudo. Los 1,8 millones solamente nos dicen que las posiciones están exactamente donde estaban hace dos años.
Ah, pero el truco de magia con orquesta y luces de colores hace que algunos quieran negociar algo. ¿Qué había que negociar hace dos años? Nada. Pero si a la situación de hace dos años le sumamos confetis, ahora sí hay que negociar. Estupendo, ya veo por dónde vais: sois rústicos en dinerolandia, extasiados, borrachos, deambulando en un estado alterado de conciencia. Deslumbrados ante los trileros.

Nada que negociar

Lol.

Más cosas. La idea de que el Estado de Derecho ha desaparecido porque unos señores han cometido delitos a la luz del día. Como carezco de ningún tipo de responsabilidad en el asunto, yo sí era partidario de recurrir al legítimo uso de la fuerza contra los organizadores del butifarrendum. En cada local público que careciera de permisos oficiales para ser utilizado, enviar una pareja de policías, identificar a los señores que había ahí y proceder como se procedería si alguien usa sin permiso una infraestructura que es de todos. Ahora bien, también sé que a la hora de usar medios policiales hay que valorar la proporcionalidad de la respuesta ante el delito. Puede que no fuera conveniente armar un escándalo. Pero como mínimo el apercibimiento de los organizadores y que vean multitas reales, de las que llegan por correo. Como mínimo que vean que no estamos en el reino de Fantasía, que aquí hay leyes. Insisto: nadie pudo denunciar a aquellos locales que se negaron a abrir porque ellos sí estaban con la ley. Claro que como quienes están encargados de guardar la ley no les enviaron ningún mensaje, ya no tendrán motivos para volver a negarse.
Todavía está por ver hasta dónde llegan las denuncias presentadas contra los organizadores del referendum ilegal. Recordemos que en este país la justicia funciona (afirmación que hoy en día lo coloca a uno entre los marcianos).

Nada que negociar

Se queda calvo mientras habla de ríos de leche y miel.

No quiero que quede en el tintero lo del presidente Mas diciendo que ahora quieren hacer un referendum "de verdad". ¿Ah, que lo del 9N fue mentira? Eso es exactamente lo que dice Rajoy, que como lo del 9N fue mentira, no le preocupa. Como lo de los impuestos, que también era mentira. O como lo de los etarras, que fue otra mentira. Lo que no es verdad, no le preocupa. Lo que no es verdad, no existe. Bienvenidos al planeta sin oxígeno del presidente Rajoy. Un planeta que deshoja el calendario confiando su supervivencia a los posibles buenos datos de paro del segundo trimestre de 2015. En el futurible marcoeconómico asienta Rajoy sus esperanzas. Por eso estamos así de mal. Por eso cada vez hay más odio.
La frustración de los independentistas y la de los austrohúngaros copa la escena política. Allá a lo lejos aparecen las huestes de Atila el Coletas dispuestas a deshacer el nudo con sus piruletas gratis y su extemporánea propuesta keynesiana. Fuera de los austrohúngaros, fuera de quienes desconocen la soberanía nacional y lejos de las hordas del este, ¿qué nos queda?
Nada que negociar

Nos queda Cupydo, ese heterogéneo entramado de personas incapaces de comprender cómo funcionan las leyes electorales. Gente que cree que con buena voluntad y argumentos pueden pintar algo. Gente que todavía no conoce el poder de la estética. Gente que sigue apelando a una gran clase media que ya no existe. Gente, en definitiva, que recuerda a Lilliput y Blefuscu en su eterna disputa sobre por dónde romper el huevo mientras otros hacen tortillas.

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