Revista Cultura y Ocio

"Nada se acaba", de Margaret Atwood: cuando las situaciones se encallan

Publicado el 27 mayo 2016 por Lidiacasado
   Tenía pendiente traer hasta el blog esta reseña que publiqué en Anika entre Libros de un libro escrito por una autora que tenía muchas ganas de probar. El resultado no ha podido ser mejor

Título: Nada se acaba
Título Original: (Life Before Man, 1979)
Autor: Margaret Atwood
Editorial: LumenColección: Lumen Narrativa
Copyright: © O. W. Toad, Ltd., 1979© Penguin Random House Grupo Editorial S.A.U., 2015Traducción: Miguel Temprano García
Edición: 1ª Edición: Octubre 2015
ISBN: 9788426400277
Tapa: Blanda
Etiquetas: familia, drama, novela dramática, literatura canadiense, novela, novela dramática, suicidios, infidelidades, parejas, amantes, matrimonios de conveniencia, desamor
Nº de páginas: 408

Argumento:

  Tras el suicido del amante de ella, el matrimonio compuesto por Elisabeth y Nate tendrá que acostumbrarse a una nueva realidad en la que falta de uno de los componentes de esta pareja formada por cuatro miembros (ambos tienen amantes y los dos lo saben y lo admiten) que sigue unida solo por el bien de las dos hijas que tienen en común.
La tristeza, el desánimo, la desesperanza y una terriblemente bien conseguida sensación de claustrofobia conviven en esta novela con la cotidianidad y las decisiones que postergamos aunque sabemos necesarias.

Opinión:


  No ha perdido nada de actualidad esta novela publicada originariamente en 1979 y que ahora edita Lumen por primera vez en castellano. Ni los modelos sociales, sentimentales y familiares presentados, ni las emocionesque emana ni tan siquiera la situación política y las elecciones que se celebraron en Quebec en 1976. Todo resulta tremendamente actual y hace pensar en lo inamovible de algunas situaciones y sentimientos, en lo que el tiempo se lleva como viento de otoño pero en lo que permanece estable, en lo que va cambiando el mundo que gira en torno a nosotros y en lo que sigue igual dentro de nuestra piel.  Y es que, al fin y al cabo, este libro habla de sentimientos y de situaciones encalladas, de decisiones que cuesta tomar y de parches que le vamos poniendo a nuestra vida mientras vamos juntando el valor para hacer lo que debemos hacer. Todo ello genera una sensación de inestabilidad, de mentira, de provisionalidad, de desesperanza e, incluso, de claustrofobia que Atwood sabe recrear de manera magistral, logrando que hasta el lector acabe sintiendo tales emociones.  La atmósfera claustrofóbica de este matrimonio encarcelado en su propia decisión de seguir juntos por las hijas que comparten cuando su amor, su pasión, su afecto y sus ganas de estar el uno con el otro han muerto hace años se potencia con el pasado de ella y con los personajes secundarios que van apareciendo y que arrastran sus propias historias de frustración y desesperanza.  Es el caso de Lesje, otro de los personajes en los que el narrador central el foco, compañera de trabajo de Elisabeth y que acabará convirtiéndose en la nueva amante de Nate, después de que, tras el suicidio de la pareja de Elisabeth, él asuma el deterioro de la relación que mantiene con su propia pareja.  La voz narradora nos va mostrando los pasajes de esta complicada historia de amor y desamor a través de tres de sus personajes principales: Elisabeth, Nate y Lesje. Capítulo a capítulo, va centrando el foco en cada uno de ellos, ofreciéndonos así una realidad caleidoscópica que el lector tendrá que unir y a la que deberá dar sentido. Atwood elige, para ello, una voz narradora en tercera persona omnisciente, que se mete en los corazones y las mentes de los protagonistas para dejarnos ver sus inquietudes, sus dilemas y sus cobardías. Solo, de vez en cuando, nos permite oír a Elisabeth en primera persona, con lo que este personaje se convierte en el eje que vertebra no solo el argumento sino también la evolución emocional del resto del elenco.  Además, Atwood utiliza otra técnica narrativa curiosa para transmitirnos lo que quiere contarnos con esta novela: cada capítulo, además de estar encabezado por el personaje que toma el protagonismo en él, aparece perfectamente delimitado temporalmente con la fecha (día de la semana, día, mes y año), con lo que da al lector una idea de diario o, casi, casi, de informe de sucesos, tras el terrible acontecimiento que da pie a la novela, el suicidio del amante de Elisabeth.  Esta importancia que la autora concede al tiempo, al paso del tiempo (y que potencia la sensación de anquilosamiento y de claustrofobia), aumenta, además, con el uso de tiempos verbales en presente. En vez de contarnos la historia desde el pasado, Atwood nos mete de lleno en las vivencias de esta peculiar familia con la narración de los hechos en el mismo momento en el que suceden, lo que incide en el espectacular tratamiento del tiempo que lleva a cabo en la novela.  Así pues, la escritora canadiense, Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2008, nos regala una novela llena de sensaciones, desasosegante, dura y oscura en la que reflexiona sobre lo que nos hace ser como somos y sobre la cobardía que nos atasca en situaciones que deberíamos haber superado mucho tiempo atrás. Y, encima, lo hace con una prosa soberbia y unas técnicas literarias que potencian las sensaciones y reflexiones que quiere transmitir. Magistral. Enlace a la reseña original.
   Nos seguimos leyendo.

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