No puedes salvarlos a todos, nena. No, no es una frase sacada de la Lista de Schlinder sino de una conversación de comida de primos. De la realidad más profunda, freak y familiar. Lo comentaba con su cuñada en el café: cada uno es dueño de su propio destino.
Es cierto que la vida aprieta, que las circunstancias limitan pero para crecer sólo se necesita una cosa: voluntad para hacerlo. Desde que lo ha descubierto, no para de evangelizar, recomendar libros, seminarios… pero en la comida se lo dejaron claro: nadie puede ser salvado si no lo desea. Parafraseando a Aznar, ese gran icono de la civilización occidental: “¿Y quién te ha dicho a ti que quiero que cambies por mí?” Pues eso. Porque da más miedo tener un plan que una excusa.
![suerte Nadie nace con suerte](http://m1.paperblog.com/i/345/3453187/nadie-nace-suerte-L-vmMHbC.jpeg)
Nadie nace con suerte. Lo dice Richard Wiseman, autor del primer estudio científico acerca de la fortuna en la que se observó el comportamiento de 400 individuos. Se les sometió a pruebas objetivas. Se dividió a las personas en dos grupos: las que decían tener suerte y las que no. Para ambos grupos se colocó un billete en un bar. La mayoría de las personas afortunadas, lo encontró. Los cenizos pasaron literalmente por encima del billete.
En otra ocasión, les dieron un tiempo limitado para encontrar una señal en el periódico. Se situó un anuncio en las primeras página que decía, detente no sigas buscando. Los desafortunados no vieron el recuadro y registraron el diario de cabo a rabo, sin éxito.
El estudio concluye que las personas con suerte suelen hacer esfuerzos deliberados por mirar las situaciones cotidianas con otros ojos. Hagan la prueba. Quizá no encuentren un billete pero sí la valentía de identificar lo que no funciona en su vida. Hallar el arrojo para hacerlo es la lotería definitiva.