Revista Cultura y Ocio

"Nadie te querrá como yo"

Publicado el 14 febrero 2018 por Sofiatura
Hay muchas frases de San Valentín que deben entrecomillarse. Por tópicas, por típicas. Y por ser mentiras o medias verdades muchas de ellas.Ésta, por ejemplo. Hay amantes fervientes que juran y perjuran que nadie sobre la faz de la tierra, jamás de los jamases, podrá amarte como ellos. Como si alguien les hubiese otorgado una especie de súper poder que hace su amor incomparable a los insignificantes y mincúsculos sentimientos de los demás. Hubo un tiempo en que me creí aquella locución, embotada por una ridícula credulidad amorosa. Ay, es cierto, pobre de mí como te pierda, ¡pues nadie me querrá así nunca!Con el tiempo y con los amores venideros, me fui dando cuenta de que aquella frase era una tremenda obviedad. Que es tan cierta, tan evidente, que resulta hasta estúpido que haya sido utilizada desde siempre como una de las manifestaciones de enamoramiento más recurrentes de la historia. Porque no hay dos personas que quieran igual. No existen, y lo digo sin miedo a equivocarme, dos maneras de querer idénticas. Pasa como con las huellas dactilares: cada uno posee una marca distinta, un sello propio del querer. Y esto se debe, según la sabiduría que me acabo de inventar, a que Cupido, en su infinita picardía, lanza flechas únicas e irrepetibles a quienes se topan en su camino, dando a cada una un cariz, una forma, un color y una intensidad que poco o nada se parecen a los anteriores, por aquello de dar más emoción a la historia. Así, cada flechazo llega al corazón con una explosión novedosa, con un estremecimiento que se llama amor, pero que se apellida de mil maneras distintas cada vez.

Celebrar el amor está bien, es bonito, es necesario, romántico. Se le puede poner un tono más o menos mercantilista, más o menos achocolatado, más o menos cursi, más o menos apasionado o lujurioso, eso al gusto de cada quien. Pero hay que desprenderse de esos rancios topicazos sanvalentineros -que, por desgracia, se quedan para el resto del año- sobre los amores reñidos, lo bonito de los celos, los príncipes azules (que pueden tener ese color por estar asfixiándose, ahora que lo pienso), cegueras amorosas o delirios de grandeza de un amante que se cree con el derecho suficiente para vaticinar tu futuro amoroso con ese exasperante "¡Nadie, nunca, te querrá como yo!"Por ello, ante semejante despliegue de perogrullada idiota, se recomienda responder con un sarcástico Dime algo que no sepa que saque al interlocutor de su fatal engaño. Es que, darling, es imposible querer dos veces igual. Y eso es lo maravilloso del asunto. 

Publicado el 14/2/2018



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