Nagyvárad (en alemán: “Großwardein”, en latín: “Varadinum”, en rumano: “Oradea”) es una ciudad actualmente ubicada en Rumanía, que históricamente fue parte sustancial de Hungría, concretamente, desde antes del año 1000 hasta 1919 (final de la Primera Guerra Mundial). La ciudad tiene actualmente 206.614 habitantes. Desde la fundación del Reino de Hungría en el 1000 por el rey San Esteban I de Hungría, este asentamiento fue uno de los más representativos de la zona. Su primera mención histórica fue bajo el nombre de “Varadinum” (en latín) a comienzos del siglo XI.
Fue el rey San Ladislao I de Hungría quien fundó un monasterio en el lugar, que ha sobrevivido hasta la actualidad. A este monasterio mudó la diócesis de Bihar el rey húngaro entre 1083 y 1095. Fue en este mismo lugar religioso donde el rey húngaro fue enterrado a su muerte. El culto temprano al rey Ladislao fue tomando fuerza a través de los años. Como señal de respeto y admiración, así como fe en su personalidad santa, Esteban II de Hungría fue enterrado en esta ciudad junto a San Ladislao en 1131.
En el transcurso del siglo XIV, numerosos reyes húngaros visitaron la ciudad santa para rendir culto a San Ladislao. Nagyvárad siguió siendo parte indispensable de la historia de Hungría durante varios siglos, hasta que después de la Primera Guerra Mundial, Hungría fue desposeída, en 1919, del 70% de sus territorios (Tratado de Trianon), entre los cuales, la región de Transilvania y otros territorios históricos de los magiares como Körösvidék, pasaron a formar parte de Rumanía.
Representativo de esta ciudad era el equipo de fútbol Nagyváradi, A.C., esta es su historia futbolística, la cual está íntimamente ligada a la convulsa historia de la ciudad que lo vio nacer, y a la historia de todo el territorio histórico centroeuropeo en la que está enclavada Nagyvárad.
El Nagyváradi Atlétikai Club fue fundado en 1910, y no llegó a jugar competiciones a nivel nacional antes de la Primera Guerra Mundial y el consiguiente desmembramiento de Hungría producto del Tratado de Trianon. Entre 1920 y 1932, siendo ya la ciudad integrada en Rumanía, disputa el campeonato regional, dado que aún no existe una liga rumana organizada. Ganador de este campeonato en dos ocasiones, 1924 y 1925, en 1924 alcanza igualmente la final rumana, que pierde por 4-1 ante otro equipo de las tierras históricas magiares, el Temesvári Kinizsi (rebautizado entonces como “Chinezul Timisoara”).
En 1932 se implanta en Rumanía el sistema de liga actual, y el ahora renombrado como “C.A. Oradea”, compite sin gran éxito durante seis años en la máxima categoría (1932-38) y otras dos en segunda (1938-40). Es entonces cuando se produce el acontecimiento que dará inicio a la época dorada del club: el 30 de agosto de 1940 se presentaba el llamado “segundo arbitraje de Viena”, fruto de las reclamaciones húngaras, que contaban con decidido apoyo italiano y también, aunque más tibio, alemán. Las potencias del Eje, potencias dominantes de Europa en aquel momento, remodelan la frontera rumana impuesta en Trianon, y devuelven a Hungría la mayor parte de los territorios con grandes poblaciones magiares en Körösvidék, Maros y Transilvania. La Oradea rumana llega a su fin, Nagyvárad recupera su nombre y la mayoría magiar de la ciudad recibe alborozada la restitución del territorio a Hungría.
Así, el Campeonato Húngaro (Nemzeti Bajnokság) se amplía en 1941 para pasar de 14 a 16 equipos, tres de los cuales provienen de las tierras liberadas: son estos, además del Nagyváradi, el Kolozsvár y el Ujvidéki (de la actual ciudad serbia de “Novi Sad”). En 1942, el Nagyváradi, A.C. finaliza la liga de su debut en una meritoria quinta posición, y el año siguiente es ya subcampeón, superando al todopoderoso Ferencváros que sólo puede ser tercero. El retorno a Hungría del Nagyváradi, A.C. no puede ser más afortunado, y el éxito está cada vez más cerca.
Tan cerca, que llega triunfalmente en la siguiente temporada, la 43-44. El Nagyváradi es el absoluto dominador de la competición y se proclama campeón con 49 puntos, 13 por encima del Ferencváros (al que derrota por 1-5 en un partido apoteósico). Sólo un empate y cinco derrotas cede el equipo del Körös en 30 partidos ligueros. Además, el Kolozsvár, equipo de la capital transilvana, alcanza la tercera posición.
Sin embargo, ciertos acontecimientos, que nada tenían que ver con lo futbolístico, estaban a punto de imponer un abrupto interludio en la brillante trayectoria del equipo verdiblanco. Casi al mismo tiempo que el Nagyváradi alcanzaba la gloria, tenían lugar el desembarco de Normandía, por un lado, y la “Operación Bagration” del Ejército Soviético por otro, en la Segunda Guerra Mundial, que condujo a los soviéticos a las puertas de Varsovia y al pie de los Cárpatos. Tras varias negociaciones, los rumanos cambiaron de bando y se unieron a los soviéticos que hasta entonces, en la contienda mundial, habían sido sus enemigos.
La única esperanza a la que se aferraba Hungría era llegar a un acuerdo de armisticio con los aliados occidentales, que pusiera fin al conflicto y acabara con la doble amenaza de ocupación alemana y soviética. Hacía ya tiempo que el gobierno magiar trabajaba arduamente en este sentido, pero todo fue en vano; los angloamericanos no estaban ni mucho menos dispuestos a irritar a Moscú, y cuando Hitler tuvo noticia de las negociaciones secretas, ordenó la inmediata invasión de Hungría y la instauración de un gobierno títere pro-alemán.
Así, Hungría fue escenario de algunas de las batallas más sangrientas de la fase final de la guerra. Antes de que terminase el año 1944, todas las tierras liberadas en 1940 habían vuelto a caer en manos de los rusos y sus ahora aliados rumanos. El Nagyvarádi, A.C., evidentemente, no tuvo la oportunidad de defender su título, y el propio campeonato de Liga 1944-45 hubo de ser suspendido cuando sólo se habían disputado diez jornadas.
No fue hasta 1946 que el Nagyváradi, A.C. volvió a competir, esta vez en la Liga Rumana y ya con la denominación de “Oradea” que mantuvo hasta su desaparición. En ese primer campeonato post-bélico, el equipo, donde quedan ya pocos integrantes del plantel campeón de 1944, finaliza en una discreta octava posición, por detrás de varios rivales regionales (equipos de las antiguas tierras húngaras). El Arad, ganador de la Liga, contaba en sus filas con varios ex-jugadores del gran Nagyváradi, al igual que el Kolozsvár (ahora llamado “Ferar Cluj”), que acabó sexto. El máximo goleador, con 26 tantos, fue el delantero del Arad László Bonyhadi.
La temporada 47-48 mejora un poco el rendimiento del ahora llamado ” Libertatea Oradea”, que termina sexto en una tabla encabezada, de nuevo, por el Arad. Y, al año siguiente, los verdiblancos del Körösvidék (región histórica magiar de la actual Rumanía, cuya capital es Nagyváradi) hacen historia al proclamarse campeones de la Liga Rumana, un lustro después de su título magiar. György Váczi, transilvano de Medgyes, máximo goleador de la liga, es ahora el delantero centro y gran estrella del equipo, en el que sólo quedan tres “supervivientes” de 1944: el portero Adolf Vécsey, el delantero János Kovács y un ya muy veterano Ferenc Spielmann-Sárvári.
A partir de entonces, la trayectoria del antiguo Nagyváradi inicia un lento pero progresivo declive. En 1955, ya con el nombre de “Progresul Oradea”, alcanza la final de la Copa de Rumanía, que pierde en la prórroga ante el Steaua de Bucarest. Un año más tarde, repite final y esta vez se alza con el título, derrotando por 2-0 al modesto equipo de la pequeña localidad transilvana de Aranyosgyéres (actualmente y en rumano “Campia Turzii”). Es el último gran éxito del club, que en 1958 desciende a segunda. En 1962 vuelve a la máxima categoría, que pierde de nuevo al año siguiente. Sin embargo, el equipo no llega a jugar otra vez en segunda.
1963 marca el punto final, con su disolución, de la intensa y azarosa trayectoria de más de medio siglo de este equipo, inmortal por su muy curioso y casi único logro de ser campeón de Liga en dos países y en el plazo de sólo cinco años.