Revista Cultura y Ocio

Nanas de la cebolla, miguel hernández

Publicado el 15 enero 2019 por Biblioteca Virtual Hispanica @BVHispanica
Miguel Hernández es uno de los poetas españoles que más admiración puede despertar entre los amantes del verso. Su evolución casi autodidacta en el mundo de las letras y el estudio desde que era un pastor hacen todavía más inmenso el reconocimiento que hay que tener a sus composiciones. Nanas de la cebolla está dedicado a su segundo hijo (el primero murió con pocos meses), Manuel Miguel, y guarda en cada palabra una desesperación curada únicamente por el anhelo de verle.Miguel Hernández, posicionado en el bando republicano en esa desgracia española llamada Guerra Civil, fue ingresado en prisión al término de la misma, en 1939. Allí poco puede hacer más allá de “escribir o desesperarme” como él mismo confirma en una carta enviada a su esposa, Josefina. Es precisamente una de las cartas de su mujer la que le hace escribir Nanas de la cebolla. Josefina le habla de su pobreza y de que ella y su hijo sólo tienen para comer pan y cebolla. Miguel Hernández, desde su celda, le respondería poco después con estos versos (y que yo recomiendo, además, leer acompañando a Serrat en su transformación musical de los mismos)La cebolla es escarchacerrada y pobre.Escarcha de tus díasy de mis noches.Hambre y cebolla,hielo negro y escarchagrande y redonda.En la cuna del hambremi niño estaba.Con sangre de cebollase amamantaba.Pero tu sangre,escarchada de azúcar,cebolla y hambre.Una mujer morenaresuelta en lunase derrama hilo a hilosobre la cuna.Ríete, niño,que te tragas la lunacuando es preciso.Alondra de mi casa,ríete mucho.Es tu risa en los ojosla luz del mundo.Ríete tantoque mi alma al oírtebata el espacio.Tu risa me hace libre,me pones alas.Soledades me quita,cárcel me arranca.Boca que vuela,corazón que en tus labiosrelampaguea.Es tu risa la espadamás victoriosa,vencedor de las floresy las alondras.Rival del sol.Porvenir de mis huesosy de mi amor.La carne aleteante,súbito el párpado,el vivir como nuncacoloreado.¡Cuánto jilguerose remonta, aletea,desde tu cuerpo!Desperté de ser niño:nunca despiertes.Triste llevo la boca:ríete siempre.Siempre en la cuna,defendiendo la risapluma por pluma.Ser de vuelo tan alto,tan extendido,que tu carne es el cielorecién nacido.¡Si yo pudiera remontarme al origende tu carrera!Al octavo mes ríescon cinco azahares.Con cinco diminutasferocidades.Con cinco dientescomo cinco jazminesadolescentes.Frontera de los besosserán mañana,cuando en la dentadurasientas un arma.Sientas un fuegocorrer dientes de abajobuscando el centro.Vuela, niño, en la dobleluna del pecho:él, triste de cebolla,tú, satisfecho.No te derrumbes.No sepas lo que pasani lo que ocurre.
Fuentes: Miguel Hernández

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