Noche cerrada, cielo estrellado, muy estrellado, marea baja, playas anchas y desiertas, muy desiertas, camioneta veloz sobre la arena húmeda y de repente, una huella, una gran huella que sale del mar hacia las dunas. En un segundo la camioneta se frena, se apagan las luces y el motor. Miguel y su grupo alistan el equipamiento, hay mucho trabajo por hacer.
Primero baja Miguel, enciende una pequeña luz roja y se aleja de la camioneta siguiendo la huella. El resto, espera en silencio su señal. Ahora sí, bajamos y seguimos la huella de una gran tortuga marina que salió del agua para desovar, nos acercamos y la vemos en plena comunión con la naturaleza. ¡Qué emoción tan grande! Estoy presenciando algo pocas veces visto en vivo por un “no” científico, estoy viendo cómo en medio de la noche, acompañada por el ruido del mar, una tortuga gigante pone huevos.
Ahora todos podemos hablar, la tortuga está en trance mientras desova. No escucha ni siente nada, menos, nuestra presencia. Si algo la interrumpe cuando sale del mar, intentará volver inmediatamente e identificará ese lugar como peligroso y nunca más regresará allí para dejar sus huevos. Lamentablemente pudimos comprobarlo, una se arrepintió porque escuchó la camioneta y emprendió el camino de regreso.
La tarea de Miguel y su equipo consiste en fiscalizar las extensas playas cada noche y chequear si las tortugas que se cruzan en el camino ya fueron marcadas por ellos. Si no lo están, marcarlas. Luego, se toman sus medidas y se anota todo, incluso, la posición donde se las encontró, con la ayuda de un GPS. Con toda la data recolectada, podrán saber entre otras cosas, la edad, si desovó antes y dónde lo hizo.
Pudimos presenciar todas las etapas del desove: una tortuga saliendo del mar, otra haciendo el pozo para poner los huevos, el desove propiamente dicho y el regreso al mar. Me sorprendió la técnica que utilizan para cavar el nido. Yo creía que sus “patas” sólo la ayudan a nadar y un poco a caminar, muy torpemente por cierto, en la arena. Pues no, resultaron ser excelentes palas para hacer un pozo.
De cada mil huevos, sólo una tortuga llegará a adulta. El primer inconveniente que se encuentran es cuando nacen y buscan el mar, siempre de noche, y miles de cangrejos al acecho las atacan y se las comen. Una vez en el agua los depredadores son otros. También nos contaba Miguel, que una tortuga tiene que tener al menos 30 años para poder poner huevos, ponen entre 60 y 130 huevos cada vez, según la especie, salen 3 o 4 veces del agua en varios días, y arman los nidos separados entre 10 y 30 kilómetros entre ellos. Es claro que la naturaleza hace bien su trabajo.
Miguel es el administrador de la Reserva Parcial Marina de Ponta do Oro, al sur de Mozambique. Lo conocimos casi de casualidad y la invitación que nos hizo era imposible de despreciar: acampar 2 noches en Punta Milibangalala dentro del mismo campamento de los fiscales de la reserva y recorrer la playa de noche para ver tortugas gigantes. En Milibangalala también vive una comunidad, pero esa es otra historia que les contamos en la próxima entrada.
Las tomas en video son en modo nocturno…
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