La vida es la última forma de un naufragio.
No se trata de naufragar en una tormenta cualquiera:
hay que hundirse
y volver a naufragar por elección en el fondo.
Hay que explorar
con un abrazo ya desprendido de su cuerpo
las corrientes sin imágenes del total abandono.
Hay que buscar el punto hundido de rebote
desde donde la elasticidad ya desnuda de la vida
salte de nuevo al fuego del origen,
pero con la flor sumergida
que sólo puede hallarse en la plenitud del naufragio.
hay que naufragar en todos los mares,
hasta no necesitar ya ningún mar
para hundirse del todo.
Roberto Juarroz. Poesía vertical I