Como no podía ser de otra manera, aprovecho esta historia que me ha contado Wang para felicitar la Navidad a todos los amigos y lectores de este blog
Es una historia real, que al parecer acaba de suceder en China. Sabemos que es real porque Wang conoce el sitio donde ha sucedido y a algunos de sus protagonistas.
El hecho es que un acaudalado millonario chino ha arrasado el poblado de chozas de madera donde nació y pasó su infancia, para construir en su lugar una urbanización de lujo a los habitantes de dicho poblado.
Podéis consultar aquí la noticia.
Ya sabéis que no soy muy amigo de este tipo de gestos, en los que un benefactor millonario dedica una gran cantidad de dinero para alguna problemática social. En España tenemos por ejemplo el muchimillonario Amancio Ortega, con sus controvertidas donaciones a Cáritas.
Pragmáticamente, estas donaciones alivian y solucionan sin duda algunas situaciones de sufrimiento, pero más allá de su utilidad coyuntural, fomentan un modelo de supuesta solidaridad y de ayuda que me recuerdan a la filantropía del siglo XIX y nos proponen la beneficencia privada y la graciabilidad como el camino para reparar las injusticias y la desigualdad. Por mi parte, prefiero modelos basados en la redistribución de rentas a través de los impuestos y la definición de unos derechos sociales garantizados para todos mediante el Estado.
Pero hoy no es el día de reflexionar sobre esto, ni en estas fechas me apetece daros la tabarra con el tema. Simplemente quiero compartir con vosotros algunos aspectos de la noticia de este millonario chino y su poblado.
Porque esta noticia me parece que tiene algunos matices diferentes a otras iniciativas filantrópicas que de cuando en cuando aparecen.
Xiong Shuihua, que así se llama el millonario, dice que podía permitirse este regalo “porque había ganado tanto dinero que no sabría qué hacer con él, y no quería olvidar mis raíces”. “Yo siempre pago mis deudas, y quería asegurarme de que a las personas que me ayudaron a mi y a mi familia cuando era más joven, les fuera devuelto el favor".
Me parece que el gesto y las manifestaciones de este rico chino traslucen una genuina preocupación por sus congéneres, así como un profundo respeto por sus raíces familiares. Por mi parte me lo imagino de niño viviendo con su familia en ese poblado, pobre pero feliz; con muchas carencias, pero protegido por su familia y por sus vecinos, con la seguridad que proporcionan esas redes de ayuda mútua que tejen los seres humanos en entornos difíciles. Y volviendo años más tarde a ese poblado, agradecido y decidido a cambiar para siempre las condiciones de vida del mismo.
A mí me ha parecido una buena historia. Que habla de ayuda mútua, de raíces, de protección, de gratitud, de compartir... Valores que os deseo que nuncan falten en vuestras vidas y con los que aprovechamos Wang y yo para desearos una Feliz Navidad.