Traducción de Juan Manuel Macías.
Epílogo de Vicente Fernández González.
Pre-Textos. Valencia, 2015.
Con traducción de Juan Manuel Macías y epílogo de Vicente Fernández González, Pre-Textos publica en su Biblioteca de Clásicos Contemporáneos una cuidadísima edición edición bilingüe de la Poesía completa de Cavafis que recoge los 154 poemas canónicos seleccionados por el propio poeta, además de los poemas ocultos, inéditos hasta 1968, y de tres poemas en prosa, en un conjunto que fija el corpus poético completo del autor alejandrino.
Una poesía elegiaca en la que la historia es una metáfora del presente, un ingrediente fundamental de una escritura iluminada muchas veces por la tenue luz melancólica de una vela temblorosa. Con su tono de voz inconfundible, Cavafis intenta retener por un momento el brillo de lo efímero desde la memoria de las pérdidas.
Juan Manuel Macías aporta con esta traducción de Cavafis una nueva lectura de su obra, porque, como señala en su prólogo, "ante la poesía, la lectura crítica más extrema es una traducción." Una traducción de la que Vicente Fernández escribe en el epílogo: "tras la lectura de esta nueva traducción de los poemas de Cavafis compartimos agradecidos, con el traductor, la pasión y la mirada, junto al deslumbramiento de nuestro propio, humano, necesariamente incompleto, viaje a Ítaca."
La violación de Lucrecia.
Traducción de José Luis Rivas.
Vaso Roto Esenciales. Madrid, 2015.
Con una magnífica traducción del poeta mexicano José Luis Rivas, Vaso Roto edita en su colección Esenciales La violación de Lucrecia, un poema narrativo que Shakespeare publicó en 1594, cuando la peste había cerrado los teatros de Londres y el dramaturgo necesitaba encauzar su escritura por otras direcciones que le permitieran la protección de un noble como el conde de Southampton, a quien dedicó este largo poema.
Sus casi dos mil versos, construidos con la gravedad y la altura propias del lenguaje trágico, relatan un episodio -la violación de Lucrecia por Tarquino, el último rey romano- que desencadenó el final de la monarquía de Roma y dio origen a la República.
Con una mezcla de brutalidad y delicadeza que es muy del gusto de la mentalidad barroca, La violación de Lucrecia contiene en su configuración narrativa el germen de asuntos que Shakespeare desarrollaría después en Cuento de invierno o en Cimbelino; su capacidad introspectiva en el análisis de la reacción de Lucrecia prefigura el lamento de Ofelia y el remordimiento del violador Tarquino anuncia las dudas de Macbeth o de Otelo.
Pero sobre todo, la tensión del lenguaje y el tono trágico que sobrevuelan el ambiente opresivo del poema muestran a un autor cada vez más dueño de una potente voz que a partir de entonces, abiertos ya los teatros, crearía obras decisivas.
José Manuel Benítez Ariza.
Nosotros los de entonces.
(Poesía amatoria 1984-2015)
La Isla de Siltolá. Colección Arrecifes. Sevilla 2015.
"Nosotros, los de entonces, / esos desconocidos", escribe José Manuel Benítez Ariza en uno de los últimos poemas de su antología de poesía amatoria que publica La Isla de Siltolá en su colección Arrecifes.
Una antología temática que reúne a lo largo de tres décadas de poesía una parte significativa de la obra de José Manuel Benítez Ariza, que señala en su introducción que "poesía amorosa" equivale simplemente a "poesía" y que "no hay poesía amorosa que no sea elegíaca."
Y por eso ese título nerudiano que el autor ha elegido para recoger esta selección que incorpora un libro inédito, La intemperie, hasta completar un conjunto de sesenta poemas que reflejan la persistencia del tema amoroso en la poesía Benítez Ariza, su matizada evolución de tono, enfoque y estilo.
Entre una Canción inicial - "Amor que acaricia el cuerpo / buscando tocar el alma" y la Canción final -"en ese espacio sin gente / hay sitio para los dos"- en el centro del libro el texto que le da título y que resume desde el presente la nostalgia de otro tiempo: "Hoy es domingo y llueve. / Esta lluvia me trae nostalgia de la nieve."
Traducción de José Luis Rivas.
Vaso Roto Esenciales. Madrid, 2015.
Vaso Roto Esenciales publica una edición bilingüe de Sonetos y canciones de John Donne con una espléndida traducción de José Luis Rivas.
Coetáneo de Shakespeare y de Quevedo, con cuya poesía guarda más de una semejanza y afinidades de tema y de estilo, de concepto y de lenguaje, John Donne es el mejor representante de la poesía metafísica inglesa, cuyo rasgo característico no es la temática filosófica, sino la integración de sentimiento y pensamiento, de pasión y razón.
Una suma que encuentra su cauce muchas veces, como en Quevedo, en la poesía de contenido amoroso, y que como en el español, refleja una mezcla muy barroca en clarosuro de lo idealizado y lo grotesco, de lo alto y lo bajo.
Ironía y desengaño recorren estos textos en los que se conjugan la intensidad emocional y la densidad intelectual y se funden la sensación y el pensamiento para crear esa forma peculiar de imagen que es el concepto metafísico.
La fuerza expresiva, la complejidad verbal y la musicalidad de los textos originales plantean una exigencia especial a la difícil traducción de esta poesía y hacen particularmente meritoria una versión tan brillante como la de José Luis Rivas.
Traducción de Vicente Fernández González.
Ilustrado por Federico Delicado.
"Cavafis vuelve al texto homérico, a los elementos nucleares del relato: Ítaca, la travesía, los peligros y las riquezas del camino, las aguas y las costas ignotas, la aventura y la experiencia... Vuelve al texto homérico, pero su poema no es un trasunto de la Odisea; Itaca es definitivamente otra cosa /... /, el viaje de Ítaca no es el viaje del regreso, no es un viaje de vuelta, es un viaje de ida, el primer viaje, el viaje", escribe Vicente Fernández González en el prólogo de su traducción de Ítaca ilustrada por Federico Delicado y editada por Nórdica.
Cuando la travesía emprendas hacia Ítaca,
pide que sea largo tu camino,
lleno de aventuras, pleno de saberes.
Con esos versos comienza uno de los poemas imprescindibles de la historia de la literatura, un viaje a la libertad y al conocimiento, pero sobre todo un viaje al fondo de uno mismo a través de mares tranquilos o agitados. Un viaje cuyos peligros están más dentro de uno mismo que fuera.
Como todos los grandes textos clásicos, Ítaca es, además de un poema memorable, un texto un poema lleno de matices, abierto a las interpretaciones y que conserva inaccesible una parte de su sentido. Uno de sus secretos, sin duda, el tono de voz: ese tono inconfundible de Cavafis, del que Auden decía que no puede ser descrito, sólo imitado o parodiado.
Metáfora de la vida, invitación al viaje, pero también texto de despedida, su ambigüedad nace en el primer verso con el uso de una segunda persona que puede ser la de Ulises, la conciencia del propio poeta o la del lector. Esa ambigüedad, el funcionamiento simultáneo de esos niveles de significación, acaba enriqueciendo de esa manera el contenido del poema.
Las espléndidas ilustraciones de Federico Delicado proponen una interpretación plástica del poema con diversidad de rostros y edades sobre el fondo del mapa de las islas del Egeo, del Mar de Mirtos y del Mar Jónico, donde está Ítaca, a donde se llega sin temor y sin prisa.
Una Ítaca que, además de la patria de Ulises, es el destino en un doble sentido -destino geográfico y destino individual-, pero es también el motor del viaje hacia el conocimiento y hacia el fondo de uno mismo:
Con la sabiduría que has alcanzado, con tu experiencia,
ya habrás comprendido qué significan las Ítacas.
Prólogo de Tomás Néstor Martínez.
Notas críticas de Juan Manuel Molina Damiani.
Bartleby Poesía. Madrid, 2015.
Es una vida más que pasa bajo el puente: / un hombre, escribe Diego Jesús Jiménez en el poema que sirve de pórtico a La ciudad, el libro con el que obtuvo el premio Adonais de 1964. Fue publicado hace 50 años y para conmemorar ese medio siglo Bartleby lo recupera en una magnífica edición prologada por Tomás Néstor Martínez e iluminada con las notas críticas de Juan Manuel Molina Damiani.
"Era la mía una respiración parecida a la del pájaro cuando es atrapado. [...] sientes la respiración de algo que está asfixiándote. Creo que esa es la respiración que hay en La ciudad," escribió Diego Jesús Jiménez de este libro, profundamente unitario y articulado en cinco Rondas (del agua, de la noche, del aire, de las piedras, del hombre) que trazan, entre el tiempo y el espacio, entre la nostalgia y la reflexión, el plano de la ciudad, pero sobre todo un itinerario poético y existencial que delimita la noción de lugar del poeta y su afirmación de la conciencia personal: un hombre, sí, y acaso / una mujer sin esperanza.
Desde el desarraigo a la mirada a las raíces en busca de la identidad propia entre el agua y la piedra, entre el sueño y el recuerdo, a la temporalidad como ámbito en el que se cruzan el presente y pasado, La ciudad es un libro que se levanta sobre los cimientos de la memoria y el material que aportan las imágenes y las sombras, las presencias y los reflejos en un proceso que, como señala Tomás Néstor Martínez en su introducción, recorre "fases o etapas diversas: reflexión, contemplación y fusión."
Un proceso que va desde la sombra a la luz, desde la incertidumbre al conocimiento, desde la contemplación nostálgica a la conciencia reflexiva para convertirse, en palabras de Molina Damiani, en "un poemario capital de uno de los mejores poetas de la poesía española del siglo XX."