Los púlsares serían más bien circuitos eléctricos oscilantes
Mapa de electrones de la Nebulosa del Cangrejo. Créditos: INTEGRAL Science Data Centre (ISDC)
El 4 de julio de 1054, astrólogos chinos descubrieron una repentina estrella cerca de Zeta Tauri, en la constelación de Tauro. Dejaron constancia de que llegó a ser tan brillante que se podía ver de día, pero se apagó en apenas 1 año. Posteriormente John Bevis, en 1731, observó una nebulosa brillante en aquella posición, mientras que Charles Messier registró su observación en 1758. William Parsons, utilizando un telescopio con un espejo metálico de 72 pulgadas de diámetro (183 cm) y 4 toneladas de peso, denominado “el leviatán de Parsonstown”, escribió que la nebulosa se asemejaba a un cangrejo, de manera que fue denominada Nebulosa del Cangrejo. Se trata del objeto NGC-1952. Distancia de la Tierra, 6300 años luz.
La opinión generalizada es que esta nebulosa es el resto de la explosión de una supernova. En 1968 radio astrónomos descubrieron en su centro un “objeto” de extrañas características que es lo que en la actualidad se conoce como púlsar. Posteriormente, se detectó también lo que parecía ser una fuente óptica radiante de rayos X. El púlsar de la Nebulosa del Cangrejo (denominado PSR0531+121), parpadea con una frecuencia de 30 veces por segundo y, por definición, se deduce que su estrella central debe estar rotando 30 veces por segundo.
En la imagen superior, los electrones acelerados a altas energías se muestran en azul, y los electrones con más baja energía se muestran en púrpura. Los electrones más cercanos al centro son los más energéticos jamás detectados.
Se supone que las estrellas de neutrones son la respuesta a la incógnita del anómalo comportamiento de los púlsares, especialmente cuando su brillo fluctúa en tiempos tan cortos, como es el caso del púlsar de la Nebulosa del Cangrejo. Se piensa que las estrellas de neutrones son los restos de las capas exteriores de la potentísima explosión de una estrella, que deja tras de sí un núcleo extremadamente denso. Se ha interpretado que todos los electrones de dicho núcleo se han comprimido gravitacionalmente hasta llegar a combinarse con los protones de los núcleos atómicos, conformando una materia tan densa, que una simple cucharadita pesaría en la Tierra miles de millones de toneladas.
Púlsar de la Nebulosa del cangrejo
«Chandra-crab» por Optical: NASA/HST/ASU/J. Hester et al. X-Ray: NASA/CXC/ASU/J. Hester et al. - http://hubblesite.org/newscenter/newsdesk/archive/releases/2002/24/image/a. Disponible bajo la licencia Public domain vía Wikimedia Commons
Se piensa que los púlsares se forman cuando el campo magnético de una estrella de neutrones supera los 1015 Gauss, es decir 1.000.000.000.000.000 Gauss. Para hacernos idea, el campo magnético terrestre es de 0,5 Gauss, y un imán de neodimio (los más potentes que existen) llega a hasta los 2000 Gauss. Sin embargo, la evidencia de una estrella de neutrones es indirecta y nunca se ha podido observar ninguna. Lo que sí se ha observado son los intensos campos magnéticos pulsantes en fracciones de segundo.
El modelo de Universo Eléctrico propone para empezar que las estrellas de neutrones son objetos imaginarios. Los campos magéticos evidentemente existen, pero no hay ningún objeto que los produzca. Un modelo cosmológico sólo gravitatorio requiere, necesita a la estrella de neutrones debido a que las fuerzas generadas por el vertiginoso giro de miles de millones de megatones causarían su desintegración.
Uno de los problemas asociados con las estrellas de neutrones es que violan la idea de la “isla de estabilidad”, que en física nuclear establece que debe haber cierta proporción o “números mágicos” de protones y neutrones en un elemento para asegurar su estabilidad. Esta proporción es de 1 a 1 en elementos ligeros y de 1,5 a 1 en elementos pesados. Cualquier partícula fuera de esa proporción acabará desintegrándose para alcanzar el equilibrio y estabilidad. Por lo tanto, un núcleo que solamente tenga neutrones debería ser inestable y desintegrarse inmediatamente.
Debido a que los campos magnéticos son inducidos por corrientes eléctricas, forzosamente debe existir electricidad que genere los intensos campos magnéticos de un púlsar. Esas “corrientes de alimentación” deben ser también parte de unn circuito, pues un campo magnético constante debe estar asociado a una corriente eléctrica persistente en un circuito cerrado. El modelo de Universo Eléctrico interpreta que las oscilaciones del los púlsares están causadas por los efectos resonantes de dichos circuitos. La liberación súbita de la energía eléctrica almacenada en una “doble capa” es la responsable de las ráfagas energéticas del púlsar.
Cuando una carga eléctrica fluye a través de un plasma, el efecto “Biot-Savart” aproxima los filamentos de corriente, formando zonas de compresión conocidas como “pinzamiento-Z” (“z-pinch”) ó “pinzamientos de Bennett”. Dependiendo de la cantidad de electricidad que fluya por el circuito, el campo magnético alcanzará su máximo cuando la densidad de corriente sea máxima. Es razonable pensar que los púlsares exhiben una inmensa acumulación de electricidad, focalizada por un efecto de “cañón de plasma”.
La materia super densa y la rotación extrema son innecesarias. La electricidad que fluye en circuitos cerrados proporciona una explicación coherente al comportamiento de un púlsar, incluyendo los destellos de rayos gamma, que concuerda con las teorías electromagnéticas aceptadas.