Por: Hugo Rizzo 10 Noviembre, 2017
Hace casi una década atrás ya pasé mucho tiempo de mi vida, recorriendo terapias sicológicas, buscando encontrar respuestas a mis días, comencé una terapia, luego otra y otra vez, en mi inversión no solo de dinero, sino de mi tiempo, mi ser buscaba encontrar respuesta a una pregunta interna muy fuerte y con esta misma pregunta comenzaba mis terapias, luego de hacer el primer contacto y los saludos protocolares de presentación y saber quién era yo y quien el otro, empezaba a ahondar en mi interior con una pregunta que hacía extensiva al terapista de ese momento, si bien es cierto que siempre me han costado este tipo de relaciones desiguales, en la que uno expone su realidad, y desnuda parte de si en una terapia frente a otro que en una posición y función distinta, hasta lejano, tal vez hasta parecería por arriba de uno mismo, una vez más comenzaba otra terapia.
La pregunta interior que no lograba resolver es la siguiente... " si uno podía amar sin sentir ese sentimiento pasional de enamoramiento, y si en el amor de pareja uno podría llegar a amar por decisión".
Cierto es que en terapia no te dan las respuestas, ni qué camino seguir, sino las herramientas para que descubramos por nosotros mismos las respuestas y tomar con ello nuestras decisiones. Así fue, en cada terapia que tomé, nadie supo o pudo responder esa pregunta, y dejó por consecuencia mi terapia frustra.
Han pasado muchos años ya de aquel entonces y si bien estaba convencido de que amor sin enamoramiento eran imposible en la relación de pareja, creo que en estos días estoy descubriendo que necesariamente para amar necesitamos de una decisión que acompañe al amor que podamos dar o no al otro.
He escrito mucho sobre libertad y sobre definiciones de amor, tales como que amar incluye la posición de desear la felicidad del otro tanto, que me lleve a dar libertad, aun si esta libertad no me incluye en su decisión. Otras de mis posturas ha sido que amar lleva cierta faceta de egoísmo que me haga pensar en mí antes que el otro y en esta suerte de egoísmo, pueda encontrarme a mí mismo para poder encontrarme con el otro.
También he aprendido que para poder amar al otro en el modo cristiano de pensar era necesario amarme, ya que según el concepto bíblico la forma de amar al prójimo es "como a nosotros mismo", esto incluye necesariamente como condición que pueda amarme a mí mismo, para así amar al otro.
Es por esto que este concepto de amar es superior, porque me lleva a amarme a mí mismo, a ser libre para elegir, y en mi elección consciente pueda conscientemente someterme voluntariamente a una decisión de amar, que no me esclaviza al otro sino me libera encontrándome.
Es por ello que creo estar llegando a esta conclusión que me lleva a la conclusión de estos días en que... " Necesariamente el amor necesita para amar una decisión como condición".