La privación del placer y la violencia
La privación del placer físico sensorial durante la primera infancia, es la principal causa de la violencia social. La violencia en gran escala sólo acontece en las culturas y comunidades en las que somos represivos con los niños y por supuesto en las que también reprimimos la vida sexual en general. Lamentablemente tengo la sensación que aún no estamos listos para mirar de frente la sistematización del abuso, porque tendríamos que cuestionar el surco completo con la lógica que lo sostiene para percibir el autoritarismo, el maltrato y la dominación de los más fuertes sobre los más débiles. Esta organización la ha sistematizado el patriarcado, con el objetivo de dominar y acumular bienes. Las guerras son parte necesaria de este sistema que es obligatoriamente fratricida, es decir, necesita que los hermanos nos matemos unos a otros con el fin de obtener territorio, ganancias o poder. Para ello, precisamos generar guerreros, es decir, seres insensibles y capaces de matar. Eso es algo muy fácil de lograr: simplemente negándoles a los bebes y niños pequeños el cuerpo materno y el placer que ese contacto conlleva. Si el niño sufre en la medida suficiente, luego será capaz de reaccionar con ira para lastimar y dominar a otros.
Ahora bien, el amor es fundamental. Un bebe que no ha sido “humanizado” a través de la sustancia materna al inicio de su vida, va a padecer un proceso de “deshumanización” con las consiguientes reacciones agresivas, ya que aprendió a adaptarse a un entorno carente en términos afectivos. Cada experiencia de vacío afectivo que sufre un niño humano, se suma a otras experiencias de muchos otros niños que se encuentran en las mismas condiciones, hasta que esa desesperación se plasma en una escala colectiva.
Por otra parte, los tiempos modernos nos juegan en contra. Las mujeres creemos que estamos accediendo finalmente a nuestra tan ansiada libertad -después de siglos de sometimiento al varón- por el hecho de trabajar y ganar dinero y que ésta es una victoria del género femenino. Sin embargo, podemos acceder a puestos de poder político o económico, pero si las mujeres seguimos caminando por el surco ciego de la represión y las limitaciones del amor primario, si no reconocemos la dureza que paraliza nuestro cuerpo, si no estamos dispuestas a escuchar nuestros latidos uterinos, si no ofrecemos nuestros pechos y nuestros brazos para el cobijo de la cría; entonces continuaremos siendo artífices indispensables de la violencia en el mundo. Porque resulta que sin amor primario no hay libertad. Sólo hay miedo y compensaciones desesperadas. Las mujeres somos la bisagra entre el pasado de represión, oscurantismo y odio; y el futuro que deseamos de movilidad, libertad y búsquedas creativas. Somos las mujeres quienes tendremos que comprender la relación directa que hay entre el amor primario y la libertad. Entre la represión del amor y la violencia.
Laura Gutman