El proyecto, que lleva el nombre «Barcelona World», no se instalará en la capital condal como su nombre sugiere, sino en Tarragona, al lado de donde hoy se ubica ese viejo monumento al pelotazo llamado «Port Aventura». Contará con tropochocientas habitaciones, chorricientos urinarios, quinientololes ascensores, etc, etc. Muy rápida anda la servidumbre dando números que los paletos reciben con los brazos abiertos (inclúyase en esta categoría a los alcaldes semianalfabetos de los descampados de alrededor, juntaletras de la prensa del régimen, etc).
Apuntan a que el fantasma que anda detrás del asunto es Enrique Bañuelos, famoso inversor inmobiliario que diversifica su negocio -compró parte de una proveedora del ministerio de Defensa hace poco-. La Generalitat insiste mucho en que ésta es una inversión privada. Curiosa inversión privada la que cuenta con cesión de terrenos de La Caixa, presentación con altos cargos del gobierno catalán, etc. Me gustaría saber por qué a algunas inversiones privadas les ponen alfombras y a otras sólo se les acercan para cobrar. ¿Cuál es la diferencia entre unos y otros? Ah, misterios del compadreo público-privado.
Eurovegas sigue adelante
A unos seiscientos kilómetros, hay otro descampado donde se levantarán una docena de hoteles con ricocientas habitaciones, morrocotocientos dispensadores de condones, etc. Digo yo: si lo de Tarragona pretende atraer 10 millones de visitantes al año, y Eurovegas 5 millones, ¿exageran para vender sus truños o realmente pretenden hacernos creer que la tercera parte de los turistas totales de España se van a meter en un casino a jugar o van a preferir una piscina cutre a una playa cutre? Tal vez pretenden hacernos creer que unos edificios en un descampado van a incrementar en un 30% o 40% el turismo en España. Sí, creo que es eso. Creen o saben que somos completamente imbéciles. Como con tantas otras cosas, seguirán adelante con estos mojones (ahí están los resultados de la Expo 92, la Expo Zaragoza, la Ciudad de las Ciencias y las Artes, la Ciudad de la Cultura, el Forum de Barcelona, docenas de aeropuertos vacíos, etc), en un nuevo salto al vacío que abarca desde el conflicto de intereses hasta la especulación urbanística pasando por la expulsión del mercado de gente que no compadrea (tanto) con las autoridades políticas.
No nos engañemos: estas dos trapalladas no responden a un estudio de mercado que sustenta un plan de negocio presentado a inversores privados que asumen en exclusividad los riesgos de la operación. Que el cerdito público meta su hocico, hace de estos proyectos algo sobre lo que todos podemos quejarnos (o apoyar). Mi opinión ya la saben.
Más:
- "Mi marido nada tiene que ver con el asunto" - Al nivel de «si me queréis, irse» de Lola Flores.
- Absuelven a Alierta en el 'caso Tabacalera' por prescripción - Uy, mira qué tontería, se nos pasa el tiempo volando.