Revista Música
La imagen que se me vino a la mente fue la de un león inmenso observando obnubilado una hermosa margarita; un gigante ante la maravilla de la vida. Eso era el público frente a Paul McCartney. Y fue en el momento en que se puso a cantar "Blackbird" que lo pensé; con su guitarrita, ahí, casi como contándonos una historia a nosotros, todos chicos, niños.
Me sucedió lo que en pocos recitales; trataba de cantar bajo y poco, y no solo por lo precario del sonido que llegaba a las plateas (River...), si no también porque quería escucharlo a él. Necesitaba escuchar su voz ahí, y sentir que estaba efectivamente.
¿Efectos visuales? no hacian falta. Pero algo sucedió en forma natural, y sencilla. El reflejo de luz sobre el bajo nos dió directo en los ojos, y con eso me alcanzó para entender que ahí estaban las canciones más grandes de la historia del siglo XX, siendo tocadas por uno de sus creadores, y en forma impecable.
Las joyitas de "Band On the Run" nos desmuestran que debemos volver a ese disco hoy mismo amigos. Ahí hay algo de lo que no nos hemos percatado; o lo hicimos, pero lo dejamos pasar demasiado rápido. Tengo que revisitar esa obra nuevamente, sin duda.
La banda no deja de llamar la atención. Ajustadísima, y al mismo tiempo nos muestran que la pasan muy bien sobre el escenario. Todos cantan, y eso le permite al astuto Paul reproducir cada canción de The Beatles o Wings en forma respetuosa de la original. Y no jodamos, eso es todo un desafío, porque de los "fab 4" todos tenemos marcado a fuego cada track de estudio, y el tipo entre risas y caritas no hace más que decirte "quedate tranquilo pibe, vos seguime... o mirame".
Es ahí donde todo se nos desdibuja. La primer canción beatle que hace es "All My Loving", y el nudo en la garganta se me instaló de golpe, como si hubiera algo orgánico; un efecto físico de esas gemas pop sobre nuestro cuerpo. Y el presente se vuelve la confirmación de muchas cosas pasadas. Todas esas historias personales que chocan sobre ese escenario. Intensidad por fuera y por dentro. Intensidad que se puede dibujar de forma muy simple: una sonrisa gigante, un disfrute de la vida como diría el gran Macca. Y está todo, porque la vida tiene partes tristes, emotivas, alegres o cargadas de pasión y bronca.
El león gigante se queda pasmado frente a la bella flor. Y canta: "And in the end / The love you take / Is equal to the love you make". Gran verdad, y toda una oración del credo beatle; de todos; y de la vida misma.
Gracias Paul.
The End.