
"La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas,
no el copiar su apariencia."
Aristóteles
Aunque no es la primera vez que reseñamos una obra de Peter Greenaway en este blog - lo hicimos con la serie para Channel Four TV Dante-, y mucho menos, la única que hemos visto del artista inglés; si es el primer largometraje que analizamos, en este caso, uno de sus "ensayos", y puesta en escena sobre una obra de arte, personaje o interpretación del mismo tema, que ha venido descifrando en los últimos años este polémico y dramático cineasta. Formado como artista plástico y especializado en pintura, Greenaway ha intentando desde sus comienzos, darle al cine, no sólo un nuevo lenguaje, sino una transformación radical, en cierto modo, una reinvención de éste. Con un estilo que puede ser considerado de (neo) Barroco, por sus excesos visuales, una puesta en escena heredada del teatro y de lo pictórico, donde la muerte, el sexo y los pensamientos del director se sobreponen en estos conjuntos cinematográficos. El inglés, que varias veces ha declarado la muerte del cine, aún sigue expresando a través de este medio sus inquietudes intelectuales, experiencias visuales y como en el caso de esta obra, todo un ensayo sobre el trabajo de Rembrandt, el arte como construcción narrativa y una suerte de "academicismo" que se mezcla con sus propias interpretaciones e ideas sobre la Ronda de Noche, ese magnífico cuadro del pintor holandés, que para algunos fue el punto de decadencia de éste, y el nombre (en español) de esta película.
El guión escrito por el director, es una audaz interpretación y ensayo ficcional en tono de thriller sobre el cuadro Ronda de Noche de Rembrandt, y sobre el mismo artista, su decadencia, su penoso destino, las mujeres entorno a su obra y finalmente el misterio entorno al mismo cuadro, del que el director ejerce toda manifestación ya no sólo como un elemento de suspenso -reflejándose la conspiración de un asesinato- sino un cierto entramado de lo que es la pintura de ese momento y el arte mismo, reflejado en la sociedad que parece condensarse en dicha obra. Igualmente, podemos hablar de un cine-perfil de Rembrandt, de la Holanda de 1642 y una desfragmentación del mismo cuadro (pictórico) y de lo que esconde su narrativa, en cierto modo, Greenaway crea una narración a partir de lo que Ronda de Noche significa, y significó en su momento.Sin embargo, y sí hablamos de la parte formal del guión, el inglés utiliza unos recursos no sólo artísticos sino metanarrativos en los que se explican a sí mismo el desarrollo de la trama, la construcción de los personajes y otros puntos relevantes, donde los actores se convierten en su misma voz omnisciente, aún más, su tono teatral y pictórico, termina reforzando las técnicas narrativas, y eso en cierta forma, también lo hace una especie de cine-ensayo, que no sólo tiene a Greenaway como pensador-creador de imágenes sino al mismo concepto de arte como descifrador del misterio y de sus propios parámetros. Juegos o recursos que este director lleva proponiendo hace mucho tiempo en sus películas, que en algunos momentos están mas cerca del museo o de la galería de arte.

El director de fotografía holandés Reinier Van Brummelen diseña, como todo un pintor Barroco, unas estructuras lumínicas contrastadas, donde el claroscuro y lo artificioso son protagonistas, Van Brummelen, que se ha convertido en el operador habitual de Greenaway, también ha logrado a partir de la Alta Definición, un estilo y en cierta forma un "perfeccionamiento" de las visiones del director inglés. Naturalista en exteriores y pictórico-teatral en interiores, emulando los cuadros de Rembrandt; este director de fotografía no sólo se acerca a las técnicas del pintor sino que igualmente, simplifica tales conceptos, además de sintetizar en sus fotogramas el arte de ese momento.
Vale la pena destacar el trabajo musical de Wlodzimierz Pawlik, no sólo por las sensaciones que crea sino por su uso narrativo, y aún más, por acentuar ese estilo teatral, que será el gran definidor de esta obra. La música del compositor polaco y pianista de jazz, no sólo es dramática en su construcción sino efectiva en el proceso de degradación del personaje principal.
Obviamente, todo esto funciona gracias a una excelente "puesta en escena" y nunca mejor dicho con esta obra, pensada por el diseñador de producción Maarten Piersma, el director de arte James Wilcocky sus grupos de trabajo.
