Revista Cultura y Ocio

ningún ataque de furia

Por Aceituno

Poco a poco van desapareciendo los rasgos más profundos de mi yo. Al principio fueron cosas sutiles, tan mínimas que nadie podía notarlo. Incluso a mí mismo se me hacía difícil darme cuenta. Pero poco a poco se van produciendo cambios cada vez más evidentes. Algunos de esos cambios me están convirtiendo en mejor persona y otros en un ser más inútil, menos independiente.

Es inevitable, supongo. De repente se ven mermadas mis capacidades físicas al mismo tiempo que adopto, casi sin darme cuenta, un punto de vista mucho más “global” de las cosas: me resulta más sencillo ponerme en la piel del otro y soy plenamente consciente de que este instante no volverá jamás. Es la sabiduría de quien se ve al borde del abismo, de quien percibe en sus carnes la enorme y arbitraria fugacidad de la vida, la INJUSTICIA con mayúsculas, de quien sabe que perdió pero todavía sigue en el juego como un caballero, manteniendo la dignidad y la cordura hasta que el árbitro dé el pitido final.

Me asusta mirarme al espejo. Me asusta la posibilidad de llegar a cambiar tanto que un día no me reconozca. Claro que eso no va a suceder de la noche a la mañana porque estos cambios se producen muy lentamente, pero sí que noto un rictus diferente en mis ojos, una expresión nueva que demuestra que lo que hay dentro también es nuevo. Tanta rabia acumulada tiene que pasar factura y dañar algo en la cabeza, en el corazón y en el alma, porque es mucha, pero mucha de verdad. Y todavía no he roto nada ni he tenido ningún ataque de furia, simplemente porque me contengo, me consigo convencer a mí mismo de no reaccionar, de dejar toda esa rabia a un lado y desviar la mirada hacia el otro lado que es donde se está mejor, ese lado que contiene todas las cosas positivas que aún me quedan: el amor de mi chica y de mi hermana, mis ganas de vivir a pesar de todo, el cariño incondicional de mi familia, el deseo y la esperanza de publicar una novela y la ilusión que me entra cada vez que puedo probar un poco de jamón ibérico.

Nuevamente me despido con imágenes positivas tratando de dejar un buen sabor de boca.


ningún ataque de furia


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