Revista Psicología

Niños en las calles

Por Yanquiel Barrios @her_barrios
Niños en las calles

No es lo mismo niños de la calle...que niños en las calles. En Cuba afortunadamente, no hay niños privados de atención familiar y/o sin respaldo del Estado. Pero sí vemos cada día con mayor frecuencia, niños solos en ámbitos públicos. Es cierto que mayormente esta conducta se aprecia a nivel de barrio. En nuestro país - en general- la calle es segura. No existen secuestros infantiles u otros fenómenos de naturaleza criminal contra la infancia. Al interno de las comunidades nuestros niños, niñas y adolescentes, juegan y socializan, sin que exista en ello, por sí mismo, nada negativo. Es parte de nuestra idiosincrasia. Esta actividad física, lúdica y de relaciones e interacciones con otros, es recomendable, siempre y cuando exista supervisión adulta. Esto equivale a estar al tanto de ellos, saber qué están haciendo, con quién juegan, a qué, dónde, cuánto tiempo pasan en la calle, velar por sus horarios de alimentación y todas sus rutinas de vida. Debemos tener en cuenta que en estas agrupaciones espontáneas de infantes, hay niños de todas las edades y que provienen de diversos estilos educativos familiares. Es inherente a la niñez, la necesidad de acompañamiento mientras aprenden a regular por sí mismos sus conductas. Si están completamente solos por horas, corren riesgos de diversa índole y son vulnerables.

Niños en las calles

Además hay que educar en el principio de la buena conducta social y del respeto a la convivencia. Si los niños no están molestando, no hay razón para que no puedan jugar en la calle. Pero tampoco hay derecho a afectar la vida privada de los vecinos. Molestar en áreas comunes de los edificios y casas, perturbar la tranquilidad del vecindario, debieran ser conductas requeridas por los propios padres, quienes a veces se sienten ofendidos por la queja de alguien y enojados ripostan- "son niños, ¡tienen que jugar!"- Sus hijos luego, son aquellos que dejan perplejos a cualquier vecino que les ha llamado la atención, usando expresiones verbales y gestos, completamente inadecuados e irrespetuosos. Estas actitudes los irán caracterizando poco a poco; mala educación que llega desde la cuna.

Hasta altas horas de la noche, podemos ver niños que aún no rebasan la escuela primaria, solos en la calle. Si habitualmente en la escuela a lo largo del día, están a cargo de un personal docente; si es un conocimiento elemental que los niños necesitan del adulto para sus cuidados, formación y desarrollo, ¿cómo pueden algunos padres entregar a sus hijos a la calle por días enteros, con una tranquilidad que roza en la actitud negligente? Como siempre, se advierte la necesidad de censores y reguladores sociales y legales. Así como un agente policial vela por el orden público, pudiera acercarse a un niño de nueve años que tarde en la noche juega en la calle y preguntarle con todo respeto: ¿dónde vives?, ¿dónde están tus padres?, ¿por qué estás solo en la calle?, ¿necesitas que te acompañemos a tu hogar?

La salud psicológica de niños y adolescentes también tiene que ver con el empleo que hace de su tiempo. Sin ninguna duda, los adultos somos responsable de ello. La necesidad de supervisión no es una opción, es una obligación de los padres.


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