Revista Cultura y Ocio

Niños. Un poema que autocensuré

Por Igork
Resulta difícil explicar la autocensura y sus razones. Lo cierto es que la practiqué en esta poesía que debía ir incluida en el libro de Canciones de Hierro. Es una visión sobre los niños. Una visión descarnada. Luego, decidí que no coincidía del todo con lo que pienso. Que fue un momento, un chispazo, que quizá faltaba a mi propia verdad. O quizá sea esta la verdad. No lo sé. De un lado a otro de la frontera todo es confusión. Dejo el poema, ni que sea como testimonio de.
Niños.
Antes, me acercaba a los niños y les decía: «Hola, niños, ¿qué tal va eso?».    Ahora no. Los niños piden mucho. Piden que los mires y rías, que juegues con ellos al balón que les digas los guapos que son y lo bien que lo hacen todo. Luego se olvidan de ti y a otra cosa, a otro juego, en un carrusel de probar cosas hasta que se ponen a trabajar. Si los veo, cambio de acera sin excepciones.    No voy a hablar más con ellos y, además, no tengo nada que aportar.

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