Daría cualquier parte de la carne que me cobija por ser normal. Pensar a su través. Comer como ellos comen. Fingir como ellas traman insinuaciones y fracasos. Hechos. Dónde se agazapan los hechos, tras que epidermis, sobre que llano deslizan su dosis de verdad innecesaria, en qué lado del cauce dejan reposar la erosión de su valía. No sé que aguja atravesó la fisura en espiral bifurcada de mi cráneo para acariciar la pulpa con que la duda envuelve sus errores. Ni sé en qué espejo mirarme cuando sonrío, lloro o sacio un apetito. Siempre encuentro algo donde no se halla y hallo nada donde nadie encuentra. Es un modo de flotar en vida tan evanescente que piensas que cualquier sacudida menor del viento podría llevarse lejos el polvo que tapa las letras del epitafio de tu tumba… Y aún así existo arrastrado, asidos bien mis nervios, por la Felicidad.
¡Retruécanos y paradojas efervescentes de la Vida en verso!
No me quejo de nada. Soy simple felicidad jugando a morderse la cola delante de un público indiferente que mata el tiempo quemándolo en hornos de fricción y desapego.
Soy la pera limonera ausente del olvido feliz de su anonimato.
Me sacudo las horas rezando el excesivo cargo de conciencia y la monomanía de la muerte.
No se debería nacer para morir y soportar, y servirte de la gramática para convencer al prójimo de que tu pensamiento, basado en la mentira y el placer, vale mucho más cuando cree decir una verdad.
De las reuniones me ausento arrastrando la cadena pesada de la desolación y del autismo deplorable de los hechos. Sólo solo pienso en calma acerca del despliegue y la tergiversación que nos indica ese rumbo, ese sendero y la meta. Me pirro por completo cuando intuyo a lo lejos el aroma en espiral de una sopa caliente en invierno y un vaso de cerveza fría en verano. Soy más sencillo que el manual que al niño lleva de un sentido a otro, hasta alcanzar, de repente, el final y el último de los sentidos, y sentirse pleno, ancho, inmisericorde y satisfecho.
¿Qué podemos hacer hoy?. Vamos al cine. Vemos esa peli de pasiones encontradas donde acaban a palos y rezan, cantan, maldicen y obvian. Incapaces de concebir una idea, lo mejor será que nos dejemos llevar por la mansa corriente de los acontecimientos, construyendo el puzle de la oblonga realidad.
¿Qué pasa?. Se preguntaron los pioneros y los budas de mirada imprecisa y realidad sutil.
Qué pasa si la realidad es mucha y dura, tanta y tan dura como un obelisco de yeso, mal y embriaguez. Después de cinco años aún mantenemos en vilo nuestras expectativas…
No puede ser. Y qué pasa; qué pasará si detengo el curso de los hechos y me concedo dignidades, honores y famas. Si tú decides irte y hallar, vencer o morir. Nos preguntamos qué pasa mientras desembocan los ríos, vuelan las aves y los microorganismos se apoderan, pura inercia, de otro imperio que devorar y poblar de dudas, inquietudes e ilusiones.
Es la reina de las putas y a mí, personal y despectivamente, me pone a ladrar como una perra contagiada de hidrofobia.
No sé en qué dirección sopla el viento cuando las brujas practican el aquelarre macabro de la degeneración y el caos. Sé que contra él meo a menudo pero sin sacar provecho del instante crucial de la existencia. Mi rostro salpicado de salitre abre la boca y pide ayuda mirando el cielo.
De él, un cuervo blanco deja caer la sublime joya del penúltimo coprolito que logró fabricar, engullendo carroña de víctima.
No sé cómo se puede creer en dios sin empuñar el trance de tu polla y mantenerlo en vilo el tiempo justo que dura en cernerse sobre el mal la amenaza palpitante de una oración.
No sé hacer vocales con el humo de los puros, pero aprendo deprisa a sumirme en el placer y desleírme en él como en la lava se apaga esa insaciable sed de la vida.
No sé aprender lo que enseñan, pues a cada explicación veo bajo el prisma aniquilador de los espejos. Estoy hasta la glándula pineal de tanta verdad conservada en urnas de cristal blindado…
” Oscuros jinetes vinieron del mar. Era el sonar y repicar lanza y escudo, y chocar y chocar de pezuña y talón, gritos feroces y la onda del cabello precipitada sobre el viento: de tal modo la cabalgata del Pecado. Tres pajaritos en una fila se sentaron a meditar. Un hombre pasó cerca de aquel sitio. Entonces los pajaritos se dieron leves codazos. Dijeron: -Este piensa que puede cantar-. Echaron atrás las cabezas de tanto que reían. Con semblantes extrañados lo miraron. Eran muy curiosos, aquellos tres pajaritos en una fila. En el desierto vi una criatura, desnudo, bestial, quien, agazapado sobre el suelo, sostenía su corazón en las manos, y comía de él. Dije: -¿Está bueno, amigo?- -Está amargo-amargo, – contestó; -pero me gusta porque es amargo y porque es mi corazón.- Sí, tengo un millar de lenguas, y novecientas noventa y nueve mienten. Aunque me esfuerzo por usar la una, no cantará la melodía que yo quiero, porque está muerta en mi boca. Una vez llegó un hombre que dijo: -Fórmenme en filas a todos los hombres del mundo.- Y al instante hubo estupendo clamor entre la gente contra de ser formada en filas. Hubo una ruidosa querella, del tamaño del mundo. Permaneció edades enteras; y se derramó sangre por quienes no se pararían en las filas, y por aquellos que languidecieron en las filas. Eventualmente, el hombre llegó a morir, en llanto. Y aquellos que estuvieron en sangriento combate no conocieron la tremenda simpleza. Dios figuró el barco del mundo cuidadosamente. Con la infinita habilidad de ser total maestro construyó el costillar y los velámenes, apuntaló el timón listo para ser gobernado. Se irguió, orgullosamente repasando su obra. Entonces -al tiempo destinado- algo falló, y Dios volteó, atento. Y sí, el barco esta vez, resbaló maliciosamente, bajando en sagaz viaje silencioso el botadero. Así, por siempre a la deriva, fue por los mares efectuando travesías ridículas, haciendo extrañas evoluciones, girando como con serios propósitos ante estúpidos vientos. Y en el cielo hubo muchos que se rieron de todo esto. Mística sombra, inclinada junto a mí, ¿quién eres? ¿de dónde vienes? Y -dime- ¿es amable o amarga la verdad como comer lumbre? ¡Dímelo! No temas que yo pueda temblar, pues soy valientes -Me atrevo. Así que, ¡dímelo! Miré aquí; miré allá; en ninguna parte pude ver a mi amor. Y -esta vez-estaba en mi corazón. En verdad, entonces, no tengo queja, pues aunque ella sea hermosa y más hermosa, no es tan hermosa como lo es en mi corazón. Me paré sobre un lugar alto, y vi, abajo, muchos demonios corriendo, brincando, y parrandeando en pecado. Uno miró para arriba, carcajeó y dijo: -¡Camarada! ¡Hermano!- Podría el mundo completo rodar vacío, Dejando terror negro, noche ilimitada, ni Dios, ni persona, ni lugar donde estar serían para mí esenciales, si tú y tus blancos brazos estuvieran allí, y la caída al desastre fuese un largo camino. ” Stephen Crane…
A estas horas me cuesta un riñón y pico concebir imágenes, ectoplasmas o meras elucubraciones amaneradas hasta el rococó. Entro en los salones pero no sé cómo salir de ellos cuando encienden la luz y ordenan recogimiento y huida. Me gustaría ser de evanescencia blanquecina, como el ánima del metal al rojo, y atravesar la pena de la gente con la intención de revocarla.
Me he quedado solo en el mundo. Se ha quedado solo en el mundo. ¿Quién se ha quedado solo en el mundo? Alguien se ha quedado solo en el mundo, y ahora cuesta ser feliz más que sumergirse en ácido y salir del intento ileso como una momia faraónica y jeroglífica. Está solo en el mundo y anda por donde ya no camina nadie, ni buscando ni a la espera ni haciendo el evidente camino de lo desandado. Nadie… Antes se leían panfletos y decálogos, prensa beligerante y razonamientos varios. Ahora si necesitas leer te inventas una memoria en blanco y escribes en ella algo acerca de cómo la Nada ante la cornucopia improvisa una sesión de embellecimiento y cura. Jamás…
De la cruz enhiesta cuelga, algo pandeado el brazo derecho, la insolencia de un escupitajo que se vierte despacio sobre el aburrimiento severo de la coronilla de una niña…
Cada estremecimiento de nuestros nervios, y son tantos, deviene en religión, credo, rito, mito o revolución…A quién creer si esa es toda la trascendencia necesaria para comprenderse y vociferar…Depende todo de ello. De esto. A quién hallar, si tras cada movimiento no hay nada.
Y tras escuchar esa música tan sublime que destilan tus ojos al mirar cerrados la esférica burbuja de mis sueños: ¿Qué? Pienso o no pienso. Dejo que el alma llore sola y se evapore en espiral persiguiendo la trinchera de otra carne. Arremeto. Callo. Otorgo. Veo. Notas que al piano reverberan hacia el misterio de dos ojos que a través de ti ven del sueño que me sueña su anhelo…
Ayer mismo llamé a las puertas del cielo y salió a recibirme y a marear la perdiz una abuela con el nieto en brazos y la cabellera desenmarañada cayéndole cenicienta sobre los hombros. Todo allí dentro se veía gris marengo distanciando la perspectiva de la mirada y blanco luz acercando la virtud de las estimaciones menos imparciales.
Era como llover encima de lo ya mojado por gotas de rocío, por destilaciones de estalactitas o por fluidas derivaciones de fuerzas que no hubiesen hallado su objetivo y se descompusiesen deshechas en púrpuras lágrimas…
Inmensos campos de Agramante donde sacar un arma equivale a extraer de tu cuerpo para siempre el sortilegio inescrutable del alma.
song : Symphony One, First Movement By William McBride