Conducir la moto con niebla es terrible. Lo digo porque ayer me volvió a tocar rodar bajo este meteoro. Lo primero que tengo que decir es que eltiempo.es no es fiable. No decía nada de niebla, nada. Y resulta que me comí más de treinta kilómetros continuados dentro con esta condición.
Ayer, niebla significaba no ver nada y significaba, también, suelo mojado. Significaba empaparse, llenar la moto de mierda y barro. Significaba que el pinlock no sirve de nada. Significaba la mayor tensión que nunca he experimentado sobre la Cabezota.
Porque iba encogido. Encogido y a cuarenta, a cincuenta y a sesenta. Con la luz larga prendida. No tuve el problema que puedo tener con el coche si pongo las luces largas, que forman una especia de pantalla blanca que te deja ver menos todavía. Puse la larga para ser visto por los coches que viniesen. Y es que elegí, para la ida, el camino menos transitado, lo que no asegura que no venga un loco de frente, un loco de esos que ya me he encontrado en alguna ocasión. También prendí los cuatro puntos cardinales. Algo harán, pensé. Algo harán, sobre todo por los que vengan por detrás...
Tuve claro que lo peor, en esta situación, es parar para dar la vuelta. Me parece muy imprudente parar en cualquier parte, maniobrar con la moto junto a la carretera, y salir esperando que no venga nadie dispuesto a enviarme al otro barrio o al barrio del hospital. Hay que seguir, pensé.
A ratos, no sé si por la presión, prescindí de pensar que el suelo estaba empapado, igual que si estuviera lloviendo. Igual porque el agua se acumulaba en la pantalla y tenía que quitarla cada dos por tres, seis. Había que conducir muy fino, no pisar las rayas blancas, no inclinarse nada, no frenar... no respirar. Joder qué rato.
Y yo, todo empapado. Guantes, cuello, botas. Parece mentira cómo uno puede llegar a sentirse congelado a doce grados positivos. No a la niebla, amigo lector. No se puede tranquilear envuelto en vapores, sin referencias visuales, sin tacto en la dirección del manillar, sin mover el culo ni un milímetro en el asiento. No se puede tranquilear si tienes que limpiarte el visor a cada poco. No se puede tranquilear sin paz. No a la niebla, amigos.