Ya podemos confirmar que nuestro vecino del patio en el colegio El Porvenir, en Chamberí, será Residencial Metropolitan ya que el grupo Ibosa ha ganado la puja por el solar de las antiguas cocheras de Metro de Madrid en Cuatro Caminos, según ha aparecido estos días en medios como El Mundo, El Confidencial o Cinco Días. Con cuatro parcelas de uso residencial, más una de uso terciario, el anteproyecto de Residencial Metropolitan contempla 443 pisos -62 protegidos- y se encuentra en fase de captación de socios. La cooperativa tiene un proyecto ambicioso y atractivo que entraña la construcción de tres edificios residenciales, uno de ellos, la Torre Metropolitan de 25 plantas, un bloque de oficinas y uno más para la Administración Pública. Además habrá zonas comunes y ajardinadas y se soterrarán las cocheras del Metro. Puede verse en Idealista.com. Muy buena pinta, pero NO se menciona ni una palabra de lo que pasará con la subestación eléctrica del metro de Cuatro Caminos que tenemos pegada en el colegio, igual que tendrán los nuevos vecinos de Residencial Metropolitan. Como en los planos no sale, es como si la subestación de la calle Bravo Murillo no existiera. Pero existe y todos debemos contar con ella.
Sí sabemos que los planes para la subestación pasan por soterrarla. Y sobre este punto que, consideramos “delicado”, queremos puntualizar que un soterramiento puramente cosmético, como será el de esta subestación eléctrica si los planes no cambian, no entraña un soterramiento seguro. Como no queremos hablar de boquilla, lo hemos consultado con quien hay que hacerlo: fuentes solventes e independientes que desaconsejan absolutamente el soterramiento in situ, o sea, en el mismo lugar donde ya está la subestación, aconsejándonos firmemente su traslado lo más lejos posible del colegio o la zona a urbanizar y, sólo en caso de que no se pueda sacar del área de influencia, soterrarla a una profundidad que vendría determinada, entre otras cosas, por la cantidad de energía que reciba su transformador y su potencia de consumo, lo cual es una gran carga porque, recordemos, la de Cuatro Caminos no es una subestación cualquiera. Es cabecera de línea, por tanto, la más potente de todas las demás subestaciones del metro de Madrid y la que más energía recibe. Increíble.
Para alimentar esta línea y que pueda funcionar el metro, el trasformador necesita unos 400.000 voltios ya que requiere un consumo muy grande. Esta enorme cantidad de energía llega al transformador de Cuatro Caminos y se transforma. De esa transformación de energía se libera un campo magnético asociado de una magnitud considerable aunque la ley deja que empresas de esta envergadura emitan hasta 100 microteslas de forma legal sin tener que protegernos. Pero esta exposición debe evitarse no solo porque la legislación española es obsoleta, desfasada y nada proteccionista con la salud del ciudadano sino porque así lo advierten los muchos estudios científicos actuales que constatan la no inocuidad de los efectos en la salud de estos campos.
El soterramiento no reduce el campo magnético
El campo magnético no se reduce si la subestación está enterrada porque la tierra o el hormigón no apantallan y las ondas magnéticas atraviesan igual la tierra que el aire. Sólo si la instalación se entierra a una distancia muy grande de la superficie, a mucha profundidad, algo que no se hace por su elevadísimo coste –nos han asegurado todos los expertos consultados-, podría reducirse el campo magnético pero hoy día no se emplea esta solución y se entierra a profundidades pequeñas.
Otra alternativa es apantallarla con ciertos metales de alta densidad que permiten capturar este campo magnético, si no queremos recurrir a la distancia como medida de apantallamiento ya que el campo magnético cae inmediatamente con el cuadrado de la distancia. Pero cuando se soterran las subestaciones tampoco se utilizan materiales de alta densidad para apantallarlas eficazmente porque es carísimo. Es mucho más caro que el trasformador de la subestación, para hacernos una idea. Lo que se hace, en teoría, para “aligerar” el transporte de energía es usar el sistema de twister: los cables se enrollan en paralelo para que haya una polaridad contraria entre ellos y se anule el campo, pero, según los expertos, en la práctica no sucede así y la solución es mucho más complicada.
La solución, alejar la subestación
Por tanto, la única solución posible pasa por alejar la subestación: ni soterrarla ni apantallarla in situ. El trasformador se puede llevar más lejos o incluso fuera de Madrid ya que para abastecer al metro, y la línea 1, no necesita estar donde está., nos han asegurado los expertos. ¿El coste? Carísimo pero algo factible. Además, hay que contar con los transformadores de los propios inmuebles que se construirán que, como se viene haciendo desde los años 80, se instalarán debajo de las viviendas.
Pero las soluciones hay que empezar a buscarla ya, no solo porque una subestación eléctrica de esta magnitud no puede estar al lado de un colegio sino porque cuando Ibosa se meta en obras, la Comunidad de Madrid e Industria tendrán el escenario perfecto para demostrarnos que velan por nuestra salud y nuestros derechos verdaderamente y no de forma cosmética. Queremos luz para un asunto que parece turbio.