Revista Ciencia

No al fracking

Publicado el 18 octubre 2013 por Oscar Ercilla Herrero @geologoentuvida

El título ya facilita el final de la historia que os voy a contar, pero como en la maravillosa novela de García Marquez, “La muerte de Pascual Duarte”, leer en contenido puede ser también interesante. No pretendo realizar realismo mágico, solo exponer el tema y explicar el por qué de mi posicionamiento.

En España, desde hace ya unos cuantos meses, ronda en la atmósfera geológica el tema del fracking. Esta técnica, cuya denominación en castellano es fracturación hidráulica, es utilizada desde hace bastantes décadas en la explotación de yacimientos de hidrocarburos, tanto de petróleo como de gas. Su procedimiento, como el nombre en español ya indica, consiste en la fracturación de las rocas que contienen el hidrocarburo y que en condiciones normales no ejercen la suficiente presión. Al producir su fracturación se favorece el paso del hidrocarburo hacia la entrada del pozo de extracción, aumentando la permeabilidad de la roca en la que se encuentra y empujando con fluidos al hidrocarburo, igual que hacemos con la pasta de dientes.

Esta técnica ha favorecido el rendimiento de determinados campos de gas y petróleo, aumentando su vida útil unos cuantos años y permitiendo la continuidad de una explotación que sin ella hubiera sido imposible continuar.

petroleo
En la actualidad el fracking se puede llegar a aplicar en zonas donde la explotación de hidrocarburos no era rentable, como España, debido al alza en los precios de estos elementos. Ya se sabe: ley de la oferta y la demanda. Al ser rentable las empresas han comenzado a realizar los primeros estudios para comprobar que esta técnica puede ser viable.

Pero en Europa esta es una vieja conocida. En dos países está prohibida su utilización en su territorio, Francia y Bulgaria, y un tercero, Alemania, está confeccionando una legislación bastante contraria a esta técnica, muy acorde a la mentalidad de su población, mucho más “verde” a la de muchos otros países de su entorno. Por lo tanto estamos hablando de dos de los países que económicamente mueven a Europa y que se ven contrarios a su utilización, no como ocurre en EEUU, donde esta técnica nació y se fue perfeccionando hasta exportarse.

A pesar de los beneficios que pueda traer el fracking, principalmente económicos, la cruz enfrenta a los condicionantes medioambientales.

Uno de los principales factores es el agua. Este puede verse contaminada por los materiales y aditivos utilizados en la explotación, un factor que puede ser controlado parcialmente, pero no completamente y que ya ha generado más de una protesta en varias ciudades de EEUU. Estamos hablando de contaminación de acuíferos, con los cuales se puede abastecer a la población, los campos y los animales, y que en muchos casos no pueden protegerse con una frontera física.

El agua es a su vez un recurso muy importante para esta industria y su desarrollo. El petróleo o el gas, no sale solo, sino mezclado con este líquido fundamental, necesitando separarlo y no siendo un agua para el consumo después de su utilización. Este debe ser posteriormente depurada y tratada en lugares con las capacidades para contrarrestar todos los contaminantes que ha arrastrado.

Una tercera desventaja, parcialmente indirecta, es la contaminación atmosférica. A pesar del control, parte del gas escapa y contamina la atmósfera potenciando el efecto invernadero con nuevas cantidades de metano. Además, el fracking se utiliza para la extracción de hidrocarburos, principalmente petróleo, por lo que se busca es continuar con los motor a explosión, principales responsables de la contaminación actual.

Por lo tanto es un NO, así, con mayúsculas. El riesgo medioambiental es demasiado elevado además de haberse comprobado que esta técnica está involucrada en la producción de terremotos de pequeña intensidad en las zonas donde está técnica se ha utilizado (no se puede decir causante de). La utilización de esta técnica de explotación solo busca la continuidad de un modelo tecnológico basado en el petróleo, modelo cuyos efectos perjudiciales para el planeta son más que conocido, pudiéndose utilizar la inmensa inversión necesaria para su puesta en funcionamiento y desarrollo en la búsqueda de técnicas y modelos más respetuosos para el medioambiente y para nosotros mismos.


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